miércoles, 30 de septiembre de 2009

Y la gente aplaudió. Risas enlatadas. ¿Sabes qué es lo peor de la risa enlatada? Que todas las personas de las risas enlatadas están muertas ahora. Por lo tanto, es una sala llena de gente muerta riéndose de mí.
Brian Hugh Warner

Odiamos a Brian Molko.
Amamos a Asia Argento.
Todo dicho.

martes, 29 de septiembre de 2009

Sí, evidentemente perdieron la guerra...

viernes, 25 de septiembre de 2009

jueves, 24 de septiembre de 2009

miércoles, 23 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

Una caída de 120 metros de altura acabó con la vida del mangaka Yoshito Usui, creador de la serie Crayon Shin Chan y en paradero desconocido desde que el pasado 11 de septiembre se despidiera de su familia para practicar senderismo en el monte Arafune, una zona rocosa perteneciente a la prefectura de Gunma, Japón. 17 miembros de la policía rescataron el cuerpo del popular dibujante mediante el uso de un helicóptero a causa de la marcada accidentalidad del terreno. Usui, que había comenzado trabajando en un supermercado para poderse pagar las clases nocturnas de diseño, pasó por el mundo de la publicidad para terminar dedicándose plenamente al manga. En 1990 la imprenta publicó por primera vez al impertinente Shinnosuke Nohara, un niño experto en meter a sus padres en situaciones verdaderamente comprometedoras y a la vez un fresco cotidiano de la vida social en Japón con un humor cargado de groserías subidas de tono, en ocasiones capaces de desternillar de risa hasta al más serio. Eso es lo que queda. Y por eso pienso que este hombre nos deja pero nos ha dado un gran regalo. Por alguna extraña razón las muertes de los humoristas parecen las más tristes, posiblemente porque nos damos cuenta de lo difícil que es que nos hagan reír y por lo poco que a veces lo valoramos, puesto que al fin y al cabo este tipo de personas tienen algo de grandeza, ellos son capaces de hacernos pensar de un modo sano y de hacer de este mundo un lugar algo mejor. Gracias por los buenos momentos y hasta siempre.

viernes, 18 de septiembre de 2009

En el pequeño restaurante pedimos fresas con nata y hablamos con el joven camarero. El camarero detesta Alemania y sueña con marcharse a América. "Hier ist nichts los". Durante la temporada no tiene ni un momento libre y en invierno no gana un céntimo. Casi todos los chicos del Baabe son nazis. Dos de ellos vienen a veces al restaurante y discuten jovialmente de política con nosotros. También nos cuentan cómo hacen instrucción militar y ejercicios en orden abierto.-Se están preparando ustedes para la guerra- dice Peter indignado. Aunque en realidad la política no le interesa en absoluto, en esas ocasiones acaba siempre acalorándose.
- Dispense usted - le contradice uno de los chicos-, pero se equivoca. El Führer no quiere la guerra. Estamos por la paz con honor. De todos modos... -añade pensativamente, y se le ilumina la cara- la guerra puede ser hermosa, sabe usted. ¡Piense en los antiguos griegos!- Los antiguos griegos -replico yo- no empleaban gases asfixiantes. Los chicos desdeñan estas sutilezas. Uno de ellos responde altaneramente:- Esto es una cuestión puramente técnica.
...

Adiós a Berlín de Christopher Isherwood

Tomado de En Berlin, uno de los mejores blogs sobre esta ciudad escrito con nuestros ojos.

1937 va de esto, de niños haciendo castillos en mitad de la calle con los billetes de la República de Weimar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Hoy me volvieron a preguntar algo así como...¿De qué va eso que escribes sobre 1937?

La mujer del video es Brigitte Mira,una de las mejores voces del cabaret alemán, la cual tras innumerables avatares sería posteriormente rescatada del olvido por el genial director de cine Rainer Maria Fassbinder, que veía en ella a su álter ego ante las cámaras, para la cual confiaría unos papeles muy complejos pero con un fuerte calor humano que ella ejecutaría con una maestría impecable, brindándole así un largo metraje de éxitos pero sobre todo la consolidación de una prolífica carrera a una edad en que la mayoría de las actrices tenían que empezar a retirarse.

martes, 15 de septiembre de 2009

Man sieht nur mit dem Herzen gut

Quizás debería darle la razón a Espriu y admitir que la muerte de una lengua es una gran pérdida para la humanidad. Probablemente llego más que tarde, porque en los últimos años se han extinguido muchísimas de ellas y somos ajenos a la destrucción de tantas otras más. Ignoramos también que la gran mayoría se encuentran concentradas en los distintos archipiélagos de los océanos Pacífico e Índico, que algunas carecen de gramática y son realmente sencillas de aprender si uno es capaz de cambiar el enfoque que damos a la comunicación y finalmente que si realmente deseamos avanzar hacia algo, la lengua no es nada más que un método para alcanzar distintos puntos de vista con el cual podemos llegar a comprendernos. Las culturas políglotas tienden a ser de signo moderador, porque tienen muy claro que la realidad es más de una.
El comediógrafo Carlo Goldoni, al que le debemos que hoy en día podamos conocer algo de lo que fue la magia de la Commedia dell’arte, dijo como buen veneciano que era, que el que no ha salido jamás de su país está lleno de prejuicios. Y bien lo sabía él que pertenecía a una cultura si había pasado de ser de una pequeña ciudad-estado acurrucada en una laguna a una república mucho más próspera que los enormes reinos feudales de un occidente que todavía se encontraba bajo el peor de los letargos, era porque se había dedicado a crear una importante red de comercio marítimo y a mantener fuertes vínculos con otras culturas. Y Goldoni tenía razón, porque en cuanto los del león de San Marco dejaron de viajar sólo pudieron enmascararse y controlarse los unos a los otros mediante traiciones y conjuras en una de las formas más opresoras que se hayan conocido jamás: No en vano el primer ghetto nació en Venecia, pese a que sólo la veamos como la magnificencia del carnaval y la transparencia del cristal de Murano. Nada más lejos de la realidad. Las denuncias anónimas en una famosa urna, la inquisición, las dos cárceles más seguras del mundo y los peores laberintos judiciales formaban parte de la ciudad de los Dux.
Algo así ocurrió con la DDR. Hubo que quitarse muchos prejuicios porque habían terminado siendo un país lleno de grabadoras, delatores y seres paranoicos que se enclaustraban en lujosas villas con dispositivos de alta seguridad en el barrio de Pankow. El carácter cosmopolita y provincial de Berlín es el resultado de esas dos formas de vida que se miraban cara a cara y que terminaron haciendo aguas por si mismas, no por la fuerza del contrincante. Y es harto curioso, porque si algo es verdad, es que los berlineses, tanto los del este como los del oeste, vivieron bloqueados durante décadas enteras, pero sin embargo sabían lo que estaba ocurriendo en otros lugares del mundo, incluso estaban mejor informados que la gente de muchos países sobre los que leían las noticias. Ese fue el origen de su espíritu renovador el mismo que a día de hoy todavía se ve con esa fiebre por construir nuevos espacios, porque en su día no los tuvieron y ahora que algunos cristalizan no se pueden detener y necesitan más. Hay que superar ese vacío, hay que soñar y hacer algo inaudito. Hay que sublimar tanto dolor. Todo eso viene de la época en que había tantas cafeterías ilegales con periódicos de todas partes, magazines de lo más alternativo y autoexiliados que podían desarrollar sus excéntricas ideas en un lugar donde eran bienvenidos. Hubo una época en la que la gente de aquí hablaba varios idiomas y en las bibliotecas de sus estanterías no era raro ver libros en francés o en ruso, incluso algún Quijote en la lengua de Miguel de Cervantes.
Fue uno de éstos berlineses que viéndome frustrado por culpa de los problemas que a veces conlleva no dominar bien una lengua, me recordó amablemente que para aprender francés bastaba con leer el Principito. A lo que no pude evitar contestar con una pregunta ¿Y para el alemán? A lo que me respondió con un sencillo “ah, pues también, también”. Y así lo hice. Y gracias a este buen consejo logré por vez primera superar uno de mis grandes escollos en esta ciudad: poder terminar algo tan sencillo como un libro habiéndolo entendido. Esa frase de que “Sólo con el corazón se puede ver bien” tiene un nuevo significado para mí.
"Una persona debe ser ella misma, debe tener el valor de decir: "soy yo, eso es lo que soy". No es fácil. A todos nosotros nos encanta gustar."
Andrej Tarkovskij

lunes, 14 de septiembre de 2009

Escribo una carta a mi maestro, tomo un té y abro el cuaderno para seguir desahogándome. Tan sólo son martillazos contra el mármol, pero en el futuro salvaré la figura que se encuentra presa en el bloque. Yo no creo nada, he recorrido esta ciudad al milímetro y la conozco con los ojos vendados. Se trata de un embrión digno de una distopía del mañana, de una mujer con vidas pasadas marcadas en su cuerpo, un bello oxymoron.
Mi mejor compañía son los libros y una cámara de fotos con la que retener el parpadeo. Los primeros me enseñan las puertas de la aurora y la segunda lo registra todo por sectores. Recorro la noche como un sonámbulo dejándome arrastrar por una línea férrea asaltada por seres residuales incómodos por el neón.
Meses después de vivir como uno de ellos, me doy cuenta de que no puedo hablar de Berlín, sino que es Berlín quien habla de nosotros.

sábado, 12 de septiembre de 2009


Horas después parece que haya pasado medio año más. El reloj sonó en el peor de los tonos posibles y al cabo de un rato mi compañero de piso y yo ya estábamos conduciendo en dirección contraria por los adoquines de Prenzlauer para dirigirnos al estreno de su película en el International Kino de Karl Marx Allee con varias aspirinas, cuatro cafés y la cabeza en otra parte. El hecho de que mi jefa me joda todos los horarios hace que tanto mi salud como mi día a día tengan connotaciones dadaístas bastante pasadas de vueltas. Evidentemente el señor productor creativo se presentaba ante sus amigos de la subélite intelectual de primera hora de la mañana con un desastre en patas medio cadáver, porque los esfuerzos por no caerme dormido resultaron infructuosos. Así que mi compañero de piso, que me había invitado colándome en la lista de invitados daba el penoso aspecto de haber llevado a un chico del programa de rehabilitación a falta de un pariente o de alguna pareja posible. Durante tres horas estuvimos rodeados por montones de mujeres feas que comentaban el happening como si fueran críticos de arte plástico, porque entendían de todo menos de dejar de joder. La presentación fue extremadamente aburrida, no me enteré prácticamente de nada porque el micrófono estaba flojo y nos pusimos a aplaudir mientras descorrían las cortinas y empezaba la peli. Una peli que se las traía, pero no pasé de los cinco minutos sin quedarme narcoléptico en la segunda fila, despertando a ratos por las coces que el café me daba en el pecho. A partir de la mitad de la historia me quedé con los ojos abiertos como un Simpson y con una ansiedad por largarme de la sala que me mataba a sablazos. Los eventos culturales suelen tener estas cosas. Y el mundo del cine está lleno de auténticos plomos que ni pinchan ni cortan pero que tocan los huevos una barbaridad. Al salir los títulos de crédito un hombre muy delgado con un traje gastado de haberlo pasado más veces por la lavadora subió tristemente al escenario y recító una lista de entidades a las cual quería expresar su agradecimiento, de unas cuatro páginas grapadas aproximadamente, por lo que intenté agarrar las escaleras en cuanto arrancaron los aplausos y todo el mundo se dejaba ciego a base de flash. Algunas de las personas que conocí en la entrada ya estaban analizando el film cuando vi a unos camareros subcontratados llevando refrescos de bionade y bandejas con algo para comer. Una pared entera del hall era de cristal y presumía de unas vistas alucinantes de los bloques idénticos de la Karl Marx Allee y la torre de la televisión brillando con destellos plateados al fondo, muy orwelliano, mientras una munión de lenguas de procedencia muy distinta se mezclaban para hablar de lo mismo, es decir, de ponerle pegas a la película, y yo me disponía solamente a comer todo lo que pudiera antes de marcharme a casa al igual que hacía todo el mundo, porque en este negocio todo el mundo está en quiebra y viven de otros trabajos menos interesantes pero que ayudan a pagar la gasolina del coche o el pan, y aunque quede muy demostrar estar ahí a ver quien la dice más grande, los estómagos estaban tan vacíos como las arcas del Estado Federal o una iglesia católica.
Así que mejor volver a la cama hinchado como un sapo y meterse en la ducha antes de vovler a ese lugar tan fascinante donde trabajo, donde debería dedicar un libro entero y un capítulo para cada uno de mis compañeros, con un comentario de las criaturas zoológicas que se han vuelto asiduas y adictas. La función empieza dentro de poco.
Llego del trabajo completamente sucio, con mis kilos de más, los eczemas y apestando a ceniceros. La vida no es muy distinta a un poema de Bukowsky escrito detrás de la factura de un motel. Podría haber estado en muchos sitios distintos, pero había que cubrir una substitución de última hora porque soy un chico para todo pero para nada en especial. Se ha vuelto a hacer de día y el silencio es el de una película muda sobre la inexistencia, porque todo está manchado de muerte. Incluso es posible que nada de todo esto en realidad haya sucedido, lo cual no me resultaría extraño.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Mi país se identifica con una gran derrota que llevó a su aniquilación, porque a día de hoy todavía se ve obligado a reivindicar lo que es su identidad, pero le hace ofrendas a un falso héroe. Los auténticos colosos que lucharon por la existencia de Cataluña fueron Antonio Villarroel y en Sebastià Dalmau, pero incluso ellos no fueron nada al lado de la resuelta actitud de los barceloneses que no dudaron en defenderse de los ejércitos de Felipe V y del rey Sol de la misma manera que siglos antes Numancia había combatido a Roma: hasta el final. Es el día de los catalanes, y es a ellos, a ellos que están en les moreres, a los que hay que honrar, porque ahí no se entierra a ningún traidor. La figura de Rafael Casanoves ha sido sobrevalorada por los burgueses románticos de la renaixença por desconocimiento o por interés de clase, puesto que necesitaban a alguien que simbólicamente encarnara el espíritu de una nación sacrificada por las potencias europeas, pero en realidad tuvo un papel bastante menor que aquel que se le atribuye.
Para mí el 11 de setiembre es el día en que un pueblo soberano pierde todo lo que tiene, incluso la libertad de sus gentes, puesto que a los habitantes de Cataluña incluso se les prohibió abandonar el territorio.

Sé que para muchos sólo será un puente y para las autoridades una oportunidad de hacerse la foto. También sé que para muchos Cataluña no existe. Su desconocimiento en Europa es rotundo, pese a que todo el mundo me diga que le encanta Barcelona. Resulta paradójico y por otro lado desconcertante.

jueves, 10 de septiembre de 2009

No es bueno. Es la segunda vez que escribo un cuento y ni siquiera creo que sea mío. Lo he escrito con fiebre, como se hacían los versos en la antigüedad. No es mi forma de hacer las cosas, pero una vez terminado voy a dejar tal y como es. No creo que te lo pueda leer, porque si te viera perdería la voz, como cada vez que pienso en ti. Sobre la magia y la pérdida: la sombra del duodécimo arcano es la serenidad que lucían los condenados a las proas, los primeros que alcanzaron Samotracia.
Estanques sin ninfas

Todos los enanos trataban de empujar el carruaje que se había atascado en el lodo. La caja de cristal se hundía devorada por el sotobosque de los miedos y las nieblas no llevaban a Avalon. El ogro cavaba una fosa que nadie iba a usar intentando dar la espalda al mundo, el muñeco de madera lloraba sentado en una rama porque no sabría como explicarlo y el príncipe llegaba demasiado tarde con los zapatos rotos.
-¿Alguien sabe lo que está pasando?- clamaba el valeroso sastre intentando tensar una cuerda. El árbol crujía, la lluvia golpeaba el barro. Un cortejo formado por todos se sepultaba sin llegar a su destino. El lobo gemía con todas sus fuerzas intentando tirar de la cadena del reloj de agujas que llevaba atada al cuello. El féretro ya cubierto de cieno se despedía como el canto de la sirena convertida en espuma, la última lágrima del cisne, el blanco de un lirio ahogándose, el azul de tus ojos cerrados.
- Las hadas enfermaron y se están muriendo una a una.- respondió el conejo.
Es el fin de los cuentos y de las noches con estrellas.
No se los digas a los niños. Ellos no tienen la culpa de lo que está pasando.
Estanques sin ninfas. Castillos abandonados. ¿Llegaste a conocerlos? Quizás fue antes o después de que estuviera a tu lado, pero nunca entonces.
Adiós, te dirán todos los monstruos, pues son siempre los últimos en marchar.
Adiós, tu que nos viste, no nos veas ahora así partiendo junto a tu honda pena.
Adiós. Jamás nos olvides, por favor. Nosotros también fuimos tú.

lunes, 7 de septiembre de 2009

El fin de Brummel

Es curioso que la vida del arbiter elegantorum moderno sea tan apasionante como la del antiguo. Brummel era de origen humilde pero se codeó con la alta nobleza británica, influyendo en sus costumbres y adiestrándolo en el buen arte del savoir faire. Con él nace oficialmente el dandysmo, la retórica de la falsa superficialidad y el hombre incorpora el pantalón en su atuendo. Brummel tardaba más de dos horas en vestirse, lo que constituía un espectáculo sólo para los ojos de unos privilegiados, puesto que las sesiones eran vistas como una larga lección sobre como prepararse para comportarse en sociedad. Vale la pena señalar que hasta entonces un caballero era vestido por sus lacayos. Que Brummel estuviera anudándose la corbata delante de un espejo podría haberse visto como algo grosero y ordinario de no ser que siempre supo demostrar estilo, pero sobre todo, se trataba de enseñar su superiodidad al hacer algo que los demás no eran capaces de hacer porque para ello necesitaban a la servidumbre. De la misma manera que los bailes eran siempre complicados para que el vulgo tuviera que conformarse con las danzas populares, el hecho de vestirse daba una capacidad de rango entre los que ya tenían sirvientes para otras tareas. Uno de sus máximos seguidores era el Príncipe Regente, el cual le pedía consejo para cualquier asunto, incluso para lo más trivial.

El problema de Brummel es que jamás supo llevar bien la fama. La vanidad lo hinchó y en más de una ocasión mordía la mano que le daba de comer. Humilló públicamente en más de una ocasión a su mecenas el Príncipe de Gales, llamándolo gordo o riéndose de su mal gusto con la ropa. Sin embargo la gota que colmó el vaso fue de lo más vanal:

"Un día estaban Brummel, el príncipe de Gales y unos amigos tomando café tras la cena y en un momento dado el primero dijo al príncipe:

-Gales, llama a un criado.

Aquel día el príncipe debía de estar de mal' humor, pues cuando llamó al criado y lo tuvo delante le dijo:

-El señor Brummel se va, acompáñale hasta la puerta.

Éste fue el principio del fin. Desprovisto del favor principesco, Brummel tuvo que afrontar a sus acreedores, que se lanzaron como fieras sobre él. Se dice que en diez años había gastado más de un millón (un millón de aquella época), en corbatas, pantalones y casacas. Sus muebles fueron subastados y tuvo que huir de Inglaterra, dirigiéndose a Caíais, en Francia.

No pudo comprarse más ropa. Un sastre de Caen, movido de compasión y de respeto por quien había sido el rey de la elegancia. le arreglaba bien que mal y gratuitamente los vestidos que le quedaban.

Parecía que no podía caer más bajo, pero en mayo de 1835 fue detenido por deudas y conducido a la cárcel. El duque de Beaufort y lord Alvanley se enteraron en Londres del suceso y patrocinaron una suscripción para que recobrase la libertad.

Cuando salió de la cárcel, Brummel ya no era ni una sombra de lo que había sido. Perdía constantemente la memoria y se alojó en una pequeña habitación del hotel Inglaterra, de tercera o cuarta clase. Allí pasaba horas enteras sin moverse de su habitación. Un día una inglesa de la que no se conoce el nombre se presentó en el hotel preguntando por Brummel y alquiló una habitación que daba a la escalera para verlo pasar. Lo que vio fue un hombre de cara idiotizada, hablando consigo mismo y vestido pobremente. Cuando el dueño del hotel subió a ver qué quería la señora en cuestión se la encontró llorando sentada en un sillón. Probablemente era una de tantas admiradoras que Brummel había tenido en Londres.

Su razón fue declinando. Varias veces los ocupantes del hotel lo vieron requisar sillas que trasladaba a su cuarto. Las ponía arrimadas a la pared. encendía unas velas y solemnemente abría la puerta de su habitación mientras decía en alta voz:

-¡Su alteza real el príncipe de Gales!... ¡Lady Conyngham!... ¡Lord Alvanley!... ¡Lady Worcester!... ¡Gracias por haber venido!... ¡El duque de Beaufort!...

Indicaba a cada uno de sus fantomáticos invitados la silla que les había destinado y luego volvía a abrir la puerta y exclamaba con énfasis:

-¡Sir George Brummel!

Y despertando de su sueño delirante miraba las sillas vacías y se derrumbaba en el suelo sollozando.
Murió en un manicomio el 24 de marzo de 1840".

domingo, 6 de septiembre de 2009

Se puede decir que el señor Irving es una de las máximas autoridades a la hora de abordar la figura de Adolf Hitler. Pese a que desmonte las tesis de otros grandes biógrafos del Führer, Irving, sus defensores tienen que tener en cuenta que él tampoco es demasiado neutral, sencillamente porque ninguna biografía puede pretender tener un carácter objetivo y mucho menos ésta sobre la que tanto hay que silenciar pero sin embargo sobre la que tanto se sigue escribiendo. La paradoja de que muchos de sus detractores han vertido auténticos torrentes de tinta que se han convertido en best sellers significa que se lucran de algo que demonizan, pero supongo que eso forma parte del beneficio que cualquiera puede sacar del fenómeno de la confrontación. Sí que es cierto que a día de hoy se ha hecho un gran esfuerzo en denunciar numerosas calumnias lanzadas contra uno de los protagonistas indiscutibles del siglo XX que sin embargo no fue más tirano que muchos dictadores africanos o asiáticos, ni hizo ejecutar a más gente de la que hizo ejecutar la Unión Soviética en nombre de la revolución, ni practicó un segregacionismo más cruel que el que se vivió durante décadas en las colonias del Imperio británico. Sin embargo algo en él provoca horror, algo en él fascina.

Hitler era un líder mesiánico. Era un auténtico guía espiritual o esa fue la impresión que muchos intentaron que quedara de él. Su propaganda y la ejecución de cualquier acto de forma ejemplarmente disciplinada constituía un auténtico ejercicio de terror sin parangón ninguno. La convicción y el fervor ciego de tantas masas, también. Fue un líder al que se obedeció más por pasión que por miedo, cosa que se da en la gran mayoría de líderes carismáticos en sus primera épocas, pero no ya posteriormente. Pero para mí hay algo que me llama poderosamente la atención y es el hecho de que al contrario que la mayoría de dictadores, un 90% de sus víctimas no formaban parte de su nación a modo de tenerla controlada o se trataba de personas que habían sido excluídas expresamente de ella. Eso ha hecho que fuera visto como una amenaza para los demás países en cuanto empezó su expansión militar, sin la cual hubiera sido imposible sacar a Alemania de la quiebra crónica. En pleno siglo XX y con una cultura de consumo, podía llegarse a aceptar de alguna u otra forma un sistema de clases sociales basado en la diferencia de poder adquisitivo, pero no por una cuestión racial. Sí que era así en las colonias europeas, pero no en el continente, lo cual no deja de ser hipócrita por parte de las frágiles democracias occidentales. Hitler ha sido demonizado como en su día lo fue Napoleón, pero éste último hablaba de revolución burguesa y el primero de raza aria, un concepto que no gusta demasiado a aquellos que no pertenecen a ella, es decir, la gran mayoría de la población. Uno puede adscribirse a una ideología o estar sometido a ella de mala gana, pero no puede cambiar sus orígenes. Tampoco se puede exigir a los demás algo que no es ni uno mismo, como no lo eran tantos en la cúpula del III Reich. El caso más paradigmático fue el de Himmler, que lejos de tener ascendentes alemanes, sus raíces eran húngaras e incluso de Mongolia, lo que no podría haber tenido cabida alguna en un sistema de el que él era uno de sus máximos exponentes.

Lo que me asusta es ver que no vemos una cosa mejor o peor por una estadística de muertos o de afectados, sino por la idea que encierra y eso es totalmente sujetivo. Curiosamente condenamos más porque tememos más. Ese miedo es lo que a mí personalmente me llama más la atención.
Dentro de poco se publicará una interesante entrevista que le han hecho recientemente al señor David Irving, en la cual ha afirmado entre muchas otras cosas que se vivía mejor en el tercer Reich que en la Alemania de Ángela Merkel. Por supuesto habrá que ver en qué contexto lo habrá dicho, pero de por sí la frase resulta lapidaria.
Personalmente y con todo el respeto por el señor Irving, nunca he creído que se pueda vivir mejor bajo cualquier dictadura.
Una de las muchas prohibiciones que existían en el Tercer Reich era la de fumar en los sitios públicos. Además a Hitler le molestaba sobremanera que se fumara en su presencia: El mismo día en que iba a quitarse la vida en el búnker de Berlín, sorprendió a uno de los soldados fumando y después de amonestarlo le abofeteó. Después de encerró con Eva Braun y más tarde se produciría el famoso disparo. Muchos lo vivieron como el fin del mundo, pero se sabe que en cuanto los soldados que estaban de guardia se percataron de que el Führer había fallecido, encendieron unos cigarrillos en mitad de la calle.
Hoy en día el búnker es una zona de parking que pasa bastante desapercibida.

Vollmond

Pese a haber trabajado a destajo, ha sido una de las noches en las que he vuelto a casa con menos euros que nunca. Habrá que releer a Epicteto, pero no hoy, porque vuelvo a entrar en unas horas y necesito la cama. Esto es como el preludio de la Traviata, idealismo y lisergia, una manera de poetizar sobre los largos momentos en los que uno no existe, de hacer bella lo que algunos llamarían su propia derrota a las puertas del verismo tras despedir un plenilunio estéril.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Todo es extraño, como en las historias del Satyricon. A veces el paisaje lo ha dibujado Chirico y en ocasiones no te das cuenta de y las casualidades juegan en tu contra.
Sábado por la mañana, despierto encontrando mensajes, perdidas, y vuelvo a tener fiebre.
Y ahora hay que volver al trabajo. La pausa fue corta y amarga.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Deambular por el casco antiguo de Spandau, entre la ciudadela y el ayuntamiento hasta que las farolas se encienden envueltas de viejas telarañas mostrándote el camino a casa. Es simplemente hermoso. He podido vagar todo el día por la U-Bahn e incluso atreverme con el extrarradio.

jueves, 3 de septiembre de 2009

"Cada hombre no posee más que sus rarezas".
Marcel Schwob

martes, 1 de septiembre de 2009

Sí, Vladimir Putin está de viaje por Polonia intentando llevarse bien con los vecinos de al lado con la excusa de conmemorar el inicio de la WWII... Mickey Mouse ha comprado la industria del hombre araña y en mi país el déficit publico se ha multiplicado por cinco aunque sólo importa que Ana Rosa lidera la franja de la mañana y todo es pasable mientras no te explote el iphone en la mano. Sí, es la efeméride de efemérides, Hitler pasaba el corredor de Danzig como quien sale de la ducha y cruza chorreando el pasillo para contestar a una llamada mientras los compañeros de piso te pegan la bronca, algo así pero con más millones de personas por enmedio.
Para mí es 2009, tanto o más valioso porque la carrera por la llave de la vida sigue de forma frenética de la misma forma que Alejandro se adentró hasta las entrañas de Egipto para que el oráculo le revelara quién era. Lo llamo el año del oso gordo porque aunque la Arcana ya le dijo a todo el mundo que ahora sería cuando se vería quien es cada uno, hay que tener en cuenta de que vivimos una época en que todo lo grande produce idéntica bajeza, y que el auténtico karma es el espejo cóncavo de lo grotesco, un oso gordo en un pedestal y en una jaula como en la Nikolai Viertel, a pocos pasos de la estatua de San Jorge, Berlin. Mi vida transcurre en un barrio de exrevolucionarios con sus hijos en situación de desempleo mientras unos nuevos vecinos extranjeros, modernos goliardos de nuevomedievo ocupando habitaciones que se están disolviendo para las nuevas parejas privilegiadas de la nueva cosmópolis continúan invadiendo la zona sin ningún tipo de pudor. No hay más efeméride más importante que el nacimiento de mi ahijado, también en un uno de septiembre. Podría decir que este año me lo he pasado escribiendo y fregando platos para poder tomar café en los aeropuertos en horarios infernales, estudiando un montón de cosas inútiles y conociendo a un montón de gente que más bien me importa poco.
Anoche estuve bailando Bowie y the doors hasta que abrieron las luces: la camarera me había regalado una botella de Martini, mientras me quedaba con las amigas de la gata azul y ella en el rincón con su novio calzonazos. Uno de septiembre. El año aún no ha terminado, mi libro tampoco. No paran de aparecer nuevas chicas cada vez que se las pido al cielo, las otras finalmente encuentran novio y ellos encima me felicitan por tener la luz verde y gracias por cederme el paso, y no podría ser todo mejor? Sí, probablemente que nunca hubiera ocurrido nada de eso y seguir en el Pilé 43, para qué engañarnos.