jueves, 25 de diciembre de 2008

Los ultimos dias de Klaus Nomi

La inacabable noche berlinesa sorprende con un vacio espectral en epocas de navidad. Imposible encontrar comida, el bloqueo se restablece y el puente aereo no llegara.
Vueltas en la S Bahnhoff con el ciervo. Ostkreuz con sus polacos borrachos y el travesti que habla con su perro minusculo. Las luces dispares no alumbran nada, los sillones calientan lo justo.

Somos replicantes? Por algo abandonamos las colonias para buscar una vida humana.



Descubierto y utilizado por los mas grandes, el contratenor mas desafortunado del rock tuvo un triste final en lo que fue una de las carreras mas breves que haya podido tener un genio. Su amigo Joey Arias narra como testigo estos momentos tan dificiles:

“Ellos me hicieron utilizar una funda plástica cuando lo visité. Tenía prohibido toparle. Después de unas pocas semanas parecía haber mejorado. Tenía la fortaleza para caminar. Entonces abandonó el hospital y se fue a su casa. Su mánager le hizo firmar todos los papeles, como que si su vida valiera $500. Él desarrolló kaposis (un tipo de lesión asociada con el sarcoma de kaposi, que es una forma extraña de cáncer de piel relacionada con el sida), y empezó a tomar interferón. Eso le afectó terriblemente. Tenía marcas en todo su cuerpo y sus ojos tenían hendiduras púrpuras. Era como si alguien lo estuviera destruyendo. El solía hacer gracia de eso. El decía, ‘ahora llámenme el Nomi de puntos’. Después realmente se debilitó, y lo llevamos de urgencia al hospital. El no podía ingerir alimentos por días porque tenía cáncer estomacal. Luego el herpes le brotó por todo su cuerpo. Se había convertido en un monstruo. Me dolía tanto verlo. Yo hablé con él la noche del cinco de agosto. El me dijo, ‘¿Joey y ahora qué hago? Ya no me quieren más en el hospital. Ya me desconectaron de todas las maquinas. Tengo que parar todo esto porque no estoy mejorando’. Yo tuve un sueño de que Klaus se mejoraba y cantaba nuevamente, solo que esta vez un poco deformado, así que ahora tenía que estar detrás de una pantalla o algo. Le dije, ‘Ahora tu serás el fantasma de la ópera’. Haremos presentaciones juntos. El me respondió, ‘Sí, posiblemente’. Pero Klaus murió esa noche mientras dormía."

sábado, 13 de diciembre de 2008

1937

Y despues de un breve encuentro con lo que queda de Bertoldt Brecht, la iluminacion aparecio practicamente desde las ultimas filas. A orillas del Spree terminé de perfilar la trama, y ahi estaba: de nuevo y una vez más Smoboda le tiende la mano al Teatro: una nueva opera se prepara a escasos metros del muro.
En el tan apacible barrio de Prenzlauer Berg y en tonos casi idilicos, la vieja idea de escribir un cabaret regresa con mas fuerza que nunca. Berlin es cada uno de esos escenarios. En cada bar una musica practicamente desconocida ocupa la hora del cierre. Todas esas canciones recogidas en tiendas de antigüedades han contribuido a ello de forma decisiva.
Existe un lugar al que voy todos los lunes, cada dia tiene lugar una fiesta. Normalmente me presento con ganas de tomar algo y bailar. Todo es vano, amable, sencillamente delicioso. Al dia siguiente todo el mundo tiene que ocuparse de sus menesteres y presentarse puntualmente a su lugar de trabajo, pero esa dulce emancipacion, tan breve como fructifera, es uno de esos pequenyos pecados que uno no puede dejar de permitirse. El momento de gloria es por primera vez en anyos tranquilo, practicamente vacuo, totalmente perfecto. Al lado la via del tren, perfecta para un film de horrores juveniles, una casa casi abandonada con un jardin cubierto de hierbajos, las fachadas de viejas fabricas de mahon. Si me dicen qu estamos 70 anyos atras lo creo. Los arboles aparecen carcomidos y siseantes al viento. Pero la musica es perfecta. La musica que nos cuida y nos acompanya a casa. Si, definitivametne todos tenemos grandes preocupaciones con las que alimentar nuestros quebraderos de cabeza. Pero una pausa es siempre algo hermoso.
Tengo un monton de papeles repartidos entre la cama y la mesa de la habitacion. Nuevos personajes aparecen entre bambalinas confesando sus errores a las candilejas.
Esto es Berlin. Un justo y merecido exilio literario.