viernes, 21 de noviembre de 2008


He cruzado a pie lo que es la Avenida de Karl Marx, el antiguo escaparate de la DDR. Cuando la suela de la bota estaba por desprenderse me paro enfrente de un McDonalds. Genial. Esos siempre dando por saco. Han metido ahí uno precisamente para recordar que son ellos los que han vencido al comunismo. Por la noche todos los taxis aparcan encima de la acera. Los yonkis mean delante la puerta. Desempleados turcos gritan algo ininteligible y los cascos de las botellas brillan entre los ámbares de la imponente fachada de lo que se había planeado como una perfecta sociedad futura. Ahora nuestro también fallido mundo mejor.

Desde Eberswalder Strasse

Ningún motivo para no escribir. El silencio no puede devorarlo todo. El frío no puede aplacar a los ojos sin párpados. Alguien vino aquí para observar, para caminar solo, cursar el el antiguo centro de una ciudad que pasó de la ruina a epítome de una modernidad desencajada. Un caballo al que se le augura convertirse en cosmópolis. Pero todavía dista y aún es posible encontrarse con todo lo que es Europa. Porque existe un continente nocturno y un lugar por el que ha pasado gente que ha dicho quien representa que debería ser el hombre. Mi obligación es observar y estudiar todos estos puntos de vista bajo las barreras culturales y el desentendimiento de Babel. La belleza de lo gris sin embargo, por ahora puede más. Y estoy dispuesto a seguir paseando por estas avenidas frutos del esfuerzo por sobreponerse a épocas y a nuevas épocas. Piso a piso, creando siempre un nuevo eslabón. No en vano aquí enterraron a Hegel. Y el pensamiento pervive, el idealismo está ahí latiendo bajo el acero de los puentes de la S-Bahnhof.

Este es un nuevo itinerario. Un nuevo viaje por todas las paradas que existan. Quisiera hacerlo de la mano de alguien para olvidar los guantes. Pero pensaré que estoy cerca de ti. Y de ti. Y de tantos de vosotros. Y en cada momento iré encontrando nueva gente con grandes y pequenas historias.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Mierda Blanca

Tócala otra vez, Robinson.
Presentemos de nuevo este lugar a la concurrencia. Ajenos a todo existe un alegre hedonismo que nos aleja de lo que está ocurriendo. No nos podemos permitir ver. Pero tenemos la obligación de divertirnos. De momento aún nos queda espumante. Mañana las maratones de baile volverán a estar de moda y la música sonará todavía más fuerte. Ocurra lo que ocurra no se puede parar.
Con todos ustedes.
Meditaciones en el White Trash (Pide mierda: Nosotros te la damos).