viernes, 31 de julio de 2009

"Oh, eso está todo muy bien, pero, con voz o no, el pueblo siempre puede ser arrastrado a los deseos de los líderes. Es fácil. Todo lo que tienes que decirles es que están siendo atacados, denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo y poner al país en peligro. Funciona igual para todos los países."
Hermann Göring

Para poder seguir trabajando en Heroica he tenido que ponerme a leer algo sobre la inteligencia tácita y la relación entre los nodos cerebrales y la capacidad creativa. Supongo que el hecho de haber pasado un bloqueo tan catastrófico me ha llevado a interesarme por unos temas que en principio nunca habían sido el objeto de mi devoción, pero visto lo que ha pasado y habiéndome costado tanto poder volver a arrancar, pienso sacar algun provecho de estos nuevos conocimientos para saber encontrar salidas la próxima vez que me ocurra algo así.
Por eso mismo estoy contento de poder decir que ayer fue uno de esos días felices en los que sólo existía el teclado y el eterno intento de novela. Por primera vez tuve la sensación de estar caminando por un campo muchas veces labrado mientras reseguía la novela a través de sus renglones. Era algo delicioso, un auténtico tratado de buenas maneras para describir un cúmulo de horrores. Sin embargo a día de hoy mucha gente se pregunta porqués estoy escribiendo en catalán. Lo ven como estar perdiendo el tiempo. En cierto aspecto no lo negaré, porque la fe en la aceptación del texto por parte de la gente de mi país es más que nula y no creo que lleguen a comprender la ironía. La verdad es que me gustaría saber hasta qué punto somos capaces de reírnos de nosotros mismos más allá de la imagen del tópico, que es con lo que normalmente sólo se juega en la primera división del humor. El reto de conocerse está ahí y la discordia volvió a lanzar otra manzana podrida, lo suficiente como para corromper a todo el barril.
Son algunos los que me han comentado el escaso interés que les despierta una historia que consideran local pese a ubicarse en las postrimerías de un contexto europeo. Hace años vi que la persona que ha llevado más lejos la cultura de mi país precisamente jugó constantemente la carta del elemento local para llegar a la universidad. Lo alcanzó en la medida que supo desplegar una potente cosmología después de haber estudiado detalladamente el microcosmos natal. Me refiero ni más ni menos que a Salvador Dalí. De alguna manera sigo teniéndole como modelo a la hora de intentar explicar quienes somos. Años después de haber empezado Irreverencia sigo creyendo en la posibilidad de una historia sobre la cual, pese a existir ya otros textos y ver que se va a poner de moda en breve, tengo el convencimiento de que todavía no se ha hecho nada desde esa perspectiva.
Tomando un café con canela en la cocina con el Sr. Knut hemos estado hablando de lo bello y lo siniestro, mientras hacía una pausa de las lecturas y el narghilé. Le he dicho que Rousseau y su amante tuvieron que soportar como la turba furiosa les apedreaban la casa en Môtiers por culpa de la publicación de Emil, Händel llegó a tener multitud de acreedores golpeándole la puerta en sus momentos más críticos, Jonathan Swift se volvió loco y llegó a escribir 4.000 opúsculos contra los miembros del partido whig, Spinoza organizaba combates con insectos, Voltaire llegó a reclutar y armar a una tripulación para combatir a los jesuïtas en Suramérica y Dafoe más que un náufrago literario pidiendo asilo en Moll Flanders fue un espía que vendió su Escocia por unos chelines. He leído todas las intrigas cortesanas del período de dos siglos en los distintos países de Europa para poder encontrar la inspiración necesaria que me permita abordar el otro gran bloque de mi novela. He paseado por el parterre de los jardines del palacio de Charlottenbourg, pensando como debería sentirse la gente que iba ahí a jugársela en la consecución de títulos y honores. Hoy la promoción social no es tan limitada como aquel entonces, pero no menos grotesca. Las ataduras a las modas y los convencionalismos forman parte de la misma modernidad.
Deformar a la élite, empequeñecer al pueblo hasta el límite de lo inhumano, reírse de la cultura, desprestigiar el poder... de nuevo los espejos cóncavos.

jueves, 30 de julio de 2009

Tusitala

"Durante catorce años no he conocido un solo día efectivo de salud. He escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he escrito con la cabeza dando tumbos".
Robert Louis Balfour Stevenson.
"Ser lo que somos y convertirnos en lo que somos capaces de ser es la única finalidad de la vida."
El mismo hombre.

viernes, 24 de julio de 2009

Como actores craqueados volvemos a los camerinos de nuestro desván convertidos en meros púgiles de retaguardia. Entiendo que en Alemania la palabra amanecer tenga connotaciones negativas, pues sólo es el preludio de algo que inevitablemente sucede y que merma el poder de la voluntad. Tras el intermedio de La Traviata, los ricos toman su asiento en platea. Es así como se debe ver este barrio desde los balcones de la Kollwitzplatz, repleto de parejas medioburguesas y completamente discapacitadas que se dedican a no pensar en nada que no se vea.
En los rincones de las agradables cafeterías se amontonan revistas con astros en las cubiertas salidas del postoperatorio. El celebritarismo es el culto a seres podridos.

Porque yo lo veo desde la ventana sucia que da a una esquina con la Hellmotltzplatz y ahí ya es todo distinto. Hoy pongo un nuevo vinilo mientras me flaquean las piernas. Al cabo de poco suena la música de Claire Waldoff porque sólo existe un Berlín y ese fue el suyo y me desplomo en la butaca que encontré en la calle como si todo fuera un número de vodevil. Warum liebt Vladimir gerade mir? Miro la carta que ya no enviaré y el plato donde quemé las otras, en el suelo tengo abierto el libro de Punset al final del capítulo del desamor y el de Villon, con todos sus ahorcados bailando alrededor del mercado, encima del escritorio. Me doy cuenta de que el auténtico cabaret berlinés se basa en la transformación de los ritmos marciales que constituye la mayor parte de la música prusiana, el contraste necesario para aguantar lo que para la gente de aquella época sería asfixiante, mientras la Waldoff, con esa voz horrible tan llena de dobles sentidos parece llevar su gorda irreverencia más allá de donde yo he llevado la mía. Y eso me gusta.
Unos criarán malvas en el sofá delante la tele. Otros pasan el verano trabajando y en las horas libres escribiendo sobre el siglo XVIII bajo las acacias y los tilos.
Y todo es grotesco.

miércoles, 22 de julio de 2009

We are from Prenzlauer Berg (2)...where Bertoldt is dead.

3:30h. El Himero está en coma profundo. Desde lo más alto de la torre de la televisión lo había comprendido todo: "Som uns cabrons", reflexionó tumbado en la playa artificial al lado del muro.
3:52h. Hey man, how was your night? (aunque le importe una puta mierda porque se pira en cinco minutos).
4:05h. Confesamos que el único amigo que el Himero ha hecho en Berlín ha sido un tío con vestido de leopardo que le ha pedido un pitillo en mitad de la calle.
4:20h. Deneuve está sentada en el nuevo sofá que ayer encontré en la calle y ha convertido mi habitación en un Tetris impresionante.
4:21h. El propietario del piso sale en gallumbos obligándonos a bajar la música.
4:24h. La gente está cantando cosas extrañas en la calle.

martes, 21 de julio de 2009

There's a hole in our soul that we fill with dope...

lunes, 20 de julio de 2009

Cinco días con el Himero en Berlín y ya tengo para escribir una nueva novela. Estábamos sentados en el sofá decorado con dragones chinos que hay en la terraza de uno de los bares más IN de la plaza donde está la iglesia de Sión descansando de los recorridos maratonianos a través del subsuelo, entre estaciones fantasmas, antiguos búnkers, vendedores de billetes usados, monumentos al dolor de una ciudad con demasiados rastros de historia y llenando frases sin sentidos en nuestros cuadernos baratos. Vuelve a hacerse de noche y estamos saliendo de un sotano lleno de cojines y alfombras turcas envueltos en la atmósfera del narghile pensando en cual será el siguiente sitio. La hora de la pausa es para arreglarse adecuadamente para poder morir entre seres grotescos como en los tiempos de la bella Weimar.

Y ahí estamos, cada día más cerca de la Cara B del quinto elemento.

sábado, 18 de julio de 2009

Aquí estamos de puta madre.
Tal cual.
Dex Death und Nihm Smoboda

jueves, 16 de julio de 2009

Me preparo para ir a recoger a mi amigo el Himero al aeropuerto de Tegel. Lo prometido es deuda y ahí estamos, dispuestos a enfrentarnos con Berlín.

miércoles, 15 de julio de 2009


Olympia

Y de nuevo otro mito cae, esta vez una de las anécdotas más sonadas de la Alemania nazi queda por los suelos. Algunos recordarán que los espectaculares juegos del 36, que destacaron por ser los primeros en ser filmados y por la gran participación de un gran número de delegaciones extranjeras sirvió como escaparate de la nueva Alemania al mundo entero. Pese al gran homenaje que se hizo a la belleza y perfección aria, el gran triunfador fue un atleta afroamericano llamado Jesse Owens, la victoria del cual según la leyenda, enfureció a Hitler que se negó a darle la mano desde la tribuna.
"Hitler SI saludo a Owens, pero lo hizo fuera de cámaras como dijo en sus memorias el propio atleta. De hecho Owens llegó a decir que le trataban mejor en la Alemania Nazi (donde le pedían autógrafos) que en su propio pais (donde no podía subirse a los autobuses de los blancos, debido a la politica oficial de segregación racial).Toda esa ficticia polémica se originó, entre otras cosas, a que Hitler si saludo durante el primer dia a todos los vencedores de pruebas (y a los 2º y 3º clasificados también) pero que miembros del COI por allí entonces le recomendaron que no lo hiciera más ya que retrasaba el resto de las pruebas. Hitler, haciendo caso al consejo, ya no saludaría más "in situ" a ningún ganador (al día siguiente Owens ganó su primera prueba), pero si en privado (entre ellos al propio Owens).También otros atletas alemanes, pese el "riesgo" que corrían, felicitaron al campeón. Es más su rival, el alemán Luz Long, le daría valiosos consejos al momento de la clasificación de la prueba de salto largo, gracias a lo cual Jesse lograría pasar la etapa de la clasificación y posteriormente, derrotando a Long, llevarse la medalla de oro. Por ese gesto y dadas las circunstancias de la época, Long recibió la medalla al espíritu deportivo, máxima condecoración olímpica, a titulo póstumo (murió durante la invasión alemana a Sicilia). El diario Marca, del 21/07/08 en su especial de los JJ.OO. del 36, recoge esta historia de amistad, fue tal que finalizado el conflicto Owens visitaría a la familia de Long en Alemania.
Quien no se acordó de las victorias de su compatriota fue la Casa Blanca que no envió ni un telegrama a su héroe (sí a otros deportistas blancos) ni lo recibió en audiencia. El entonces presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Delano Roosevelt, se rehusó recibir a Owens en la Casa Blanca. Roosevelt se encontraba en campaña de re-elección y temía las reacciones de los estados del Sur (notoriamente segregacionistas) en caso de rendirle honores a Owens. Éste comentó más tarde que fue Rossevelt quien lo trató con brusquedad. Owens se acabó ganando la vida en absurdas carreras contra galgos o motocicletas
."

martes, 14 de julio de 2009

lunes, 13 de julio de 2009

Bajo el influjo del Zóhar

Siento que llevo años jugando una partida de ajedrez sabiendo que he perdido a la reina y desplazándome al otro lado del tablero, donde las cosas no son igual. Heme aquí en Prenzlauer, inmune al frío y con cinco discos de vinilo que he encontrado expuestos en cajas de cartón, gafas de sol y exfoliante, deslumbrándome con la herencia de Sefarad, porque el lenguaje es creador y si a cada letra se le asigna un número y sentimos las frecuencias nos encontramos con vida, lo sentimos todo, vemos que las calles rebosan estando vacías, que diez soles contemplan pálidos los placeres purpúreos, las Siegliende y Krimilde de miradas gélidas fueron Esther y Judith de ojos rasgados, cruzan la misma esquina por la que se les deportaron como si siempre fuera de ellas. Smoboda toma café apoyado en el marco de la ventana intentando saber de qué color son los tejados con buhardillas, son las ocho de la tarde aquí y en las clépsidras. El tiempo que pasa es el mismo o el que nosotros decidimos. Me he cansado de leer las claves biológicas del desamor que hicieron a Punset un pensador de prestigio y que me ha enseñado que donde más se aprende es en los aeropuertos, en los cruces, los sitios de tránsito. Mi país es una auténtica encrucijada al igual que los ventrículos de esta metrópolis sobre la que mi amigo Ponzani no pudo evitar comentar antes de marchar a Roma subiéndose a la S-Bahnhof: "Esto está irreconocible. Yo vi como construían el Sony Center y lo mal que estaba todo esto. Ahora ya se puede vivir y hasta empieza a parecer una ciudad de verdad. Te echaré de menos, compañero". Sí, pienso que se puede aprender mucho yendo de un sitio a otro, depende de lo que uno busque. Yo tengo muy claro que además de absorver todo lo que vivo también debo encerrarme y trabajar duro, pero esta noche también voy a salir y voy a divertirme, pues es mi turno.
Los domingos es el día que los berlineses esperan para dedicarse a su gran pasión: comer. Los berlineses de por sí ya tienen tendencia a comer constantemente, son glotones y caprichosos, degluten con asiduidad y un entusiasmo que llega al corazón, porque disfrutan el yantar como ninguna otra cosa. Seguramente ya he comentado en más de una ocasión que lo más normal es pasear en domingo y encontrarte a esas familias restructuradas cargando neveras y kilos carne para hacer las parrilladas dignas de Pantagruel en el primer parque público que encuentren. Legalmente y al igual que en tantos otros países eso no está permitido, pero aquí todo el mundo lo hace. El domingueo no es coger el coche con unas cuantas chuletas y montar la mesa plegable en algún arcén de carretera secundaria. Aquí es algo urbano, una auténtica invasión de la zona verde. Sin embargo yo me levantaba con los huesos molidos, porque como de costumbre estaba quemando el sudor y las horas en esa cocina que siempre debe quedar impoluta aunque se inunde media ciudad. Aquí el frío de invierno ha vuelto. La ráfaga corta como una navaja y vi a una mujer sacar las tripas por no haberse abrochado la chaqueta. Sin embargo yo seguí recogiendo vasos en la terraza mientras algunas parejas decían no jurarse amor eterno pero su falsa liberalidad apestaba a conservadorismo. Al fin y al cabo los norteamericanos nos han educado.Los domingos sin embargo, la gente no está de copas sino devorando menús y buffets libres. En cada bar montan un buffet con todas las sobras, y los que vuelven de dar una vuelta por los mercados de productos de segunda mano que se montan al aire libre acaban fichando ante el primer cartel amable que diga la barato que es comer mierda. Sin embargo yo también he ido a un mercadillo después de despedirme de mi amigo Ponzani, una visita que me ha alegrado la vida, pero que ha hecho que mi espalda sea como un montón de fracturas, puesto que tenerlo en casa me ha supuesto dormir en el puto sofá. Una ducha y dos cafés reaniman, pero igualmente te dicen que deberás volver a que te hagan shiatsu.
El Dark Market es un rastro montado por algunos miembros de la escena dark. En él puedes ver alguna pequeña exposición o encontrar algo interesante en los tenderetes que se montan para vender la ropa que uno ya no usa, los libros que quiere olvidar o (evidentemente) comer algo. Como se puede suponer también es un punto de encuentro donde las relaciones sociales toman un tono más cordial que en la sangrienta arena de los fines de semana. En parte ellas llegan folladas y más contentas, ellos resacosos y arrepentidos, siempre haciendo ver que pasaban por ahí. Compro tres libros a un euro y me tomo un café por otro. Disfruto de la vida devaluada y charlo animadamente con un grupo de chicas hasta que el reloj me dice que me toca volver a trabajar. Al final hago tantas horas que pierdo la noción del espacio/tiempo, me lo tomo todo del modo más absurdo posible y acabo al as cinco de la madrugada barriendo la calle mientras una vieja con vestido de flores y gafas de culo de vaso conduce un horroroso vehículo pedalero con una caja inmensa incrustada delante para transportar todos los periódicos que hay que repartir a los que están suscritos a la manipulación masiva. Termino, cargo cajas, hago dos lavadoras con los trapos usados, llevo bolsas de hielo al congelador donde algún día me encontraré algún cadáver, me tomo un Jäger con zumo de cereza, viene la chunga y me paga, me da mi parte de la propina por haber hecho el mono detrás del mostrador, amanece, la mujer de la limpieza me pregunta que hago con esos libros bajo el brazo, me pongo las gafas de sol y me voy a casa donde me encuentro con mi compañero de piso en estado de postpolvo traumático tirado en mitad del pasillo, una torre de platos con contenido sospechoso asomando por el fregadero y mi habitación con esa misma imagen de siempre como si en realidad sólo fuera una foto, pongo la alarma del reloj y me entierro en la cama sin querer saber nada de nadie.

domingo, 12 de julio de 2009

Hoy como ayer he trabajado hasta caer rendido. Aún no puedo llegar a creer lo que he llegado a hacer a lo largo de la noche. Era como estar llevando tres vidas distintas sin parar. El alud de muchedumbre era tal que no me lo he podido tomar de otra forma que reduciéndolo al absurdo. A cambio recibo un reembolso envuelto en agria hipocresía. Al igual que Luis XIV he contestado que yo no tengo amigos. Y pienso que sería capaz de tirar a alguien por las escaleras sólo por placer. El euro es tan vil como necesario. Las zorras que están sentadas en alguna de las habitaciones del Wohnzimmer lo tiran descuidadamente porque es una forma de reafirmar su estatus. Sus miradas poco triunfales tienen el signo de la universidad. Su promoción es la apariencia, una imagen cuidada para gustar y seguir odiándose ante el espejo, que no es más que aquello que ven, un cúmulo de mierda. Evidentemente esto no termina llegando a casa de día con las gafas de sol. La historia tiende a repetirse al volver la noche, donde las normas canvian, pero nunca el número de gilipollas

viernes, 10 de julio de 2009


De pronto, salen a rastras de sus buhardillas
Para mirar cómo arde el mar entre la tarde:
Con los ojos abiertos quedan cautivados
Por las trenzas doradas de las muchachas que pasan.
(Alexandr Blok)

Tratándose del aniversario de Nikola Tesla, instalo las bombillas que me faltaban y convierto la habitación en una auténtica catedral de luz con la que proyectar sombras chinas. De esta forma empiezo a contar mi historia haciendo formas con las manos. Había una vez alguien esperando caer la noche para volver a trabajar junto a la cuadrilla sabiendo que va a recibir la visita de un viejo amigo en cuestión de horas. Érase un muchacho que había vuelto a leer cuentos para niños con la excusa de aprender un idioma que no era el suyo. Cuenta la historia que en una ocasión hubo alguien que se encontró así mismo escribiendo cansado de ver a tanta gente a la deriva y sin embargo no era el único. Tesla era capaz de concebir artefactos imaginarios y de vivir en hoteles de la misma manera que me dediqué a reventar pensiones y anotar las mejores ideas en un vagón de tren. Él había llegado a la comprensión de la verdadera naturaleza de la energía sin la cual no sabremos canalizar la tempestad eléctrica de nuestro cerebro. Mientras estaba investigando algunas cosas de literatura Serbia, me he acabado acercando a la figura del hipertexto, una tentación literaria muy difícil de utilizar y para la que se requiere un mínimo de técnica si se quiere hacer algo más que confundir al lector o simplemente entretenerlo. Veo mucho potencial en utilizar dicho sistema si es para desarrollar una obra literaria con ciertos elementos futuristas. Y ya sé a qué me refiero con ello. Precisamente estos días he ido detrás de un viejo film alemán que después de un largo litigio por derechos de autor, al fin ha podido editarse en dvd sin haberse llegado a exhibir más que un par de semanas en las salas de proyección. Sorprendido por los grandes paralelismos con algo que llevo en anotaciones desde hace siglos, he tenido que verlo para poder comprobar hasta que punto se parecía a la idea que siempre tuve sobre este tema. Hoy ya se puede decir que el título fue revolucionario al haberse anticipado en su momento a la mayoría de distopías cinematográficas entorno al mundo de los programas de televisión que veríamos más frecuentemente a partir de la década de los 80. Sin ir más lejos, El Juego del Millón es una adaptación libre del mismo texto que Stephen King versionaría para escribir una novela corta que después pasaría al celuloide con el título de "The running man" (Perseguido, en España), la cual ya no tiene nada que ver y opta por la espectacularidad en lugar de hacer una crítica contra la sociedad de consumo como lo hace este film de 1970. No es la calidad de las imágenes lo que me ha gustado sino el argumento y la presentación de las reacciones de la gente ante algo tan bárbaro como un programa en el que tienes que sobrevivir durante 10 días a la cacería de un grupo de asesinos profesionales por toda la ciudad. Ya no se trata de convictos obligados a entretener a las masas en espectáculos sangrientos sino de outsiders que no tienen un modo mejor que ganarse la vida poniéndola en grave riesgo. Los anuncios publicitarios no tienen desperdicio, la hipocresía del presentador y la arrogancia del productor que está fumando puros en la oficina de realización son tópicos más que explotados que le dan una carga de cinismo a esta historia de cobayas humanas donde el experimento en realidad somos nosotros, los auténticos drogados.

No importa que mueran, como perros, tras la valla
O que la vida los haya enlodado.
Creen que algún Dios los trajo aquí
Para que besaran la ventisca y la nieve
(Alexandr Blok)

Aquí o en Serbia, todos esos perros tienen voz.

miércoles, 8 de julio de 2009

De la misma manera que hace diez años nadie en su auténtico juicio hubiera podido creerse que un gigante como los Estados Unidos caería por sus propios excesos, hace veinte años nadie pensaba que la mismísima Unión Soviética se desvanecería al más mínimo soplo del crudo invierno. Era 1989 cuando el muro todavía separaba Berlín y Alexanderplatz era el centro de esa sociedad nueva que debía crecer bajo los augurios del socialismo. Michael Jackson continuaba siendo el más grande. Nadie cuestionaba su categoría de leyenda ni se le podía disputar su autoproclamado reinado en Nunca Jamás. Al fin y al cabo, Moonwalker era el paladín de la Pepsi, que curiosamente fue la primera firma en entrar en la URSS. Por aquel entonces todos los niños bailábamos como Michael, imitándolo a la hora del recreo: habíamos visto su videoclip junto a unos pandilleros del metro de Nueva York y la monumental gira que había supuesto "BAD" la seguíamos teniendo muy presente. Jackson todavía no se había querido volver blanco y Prince nos parecía una versión marica de Cantinflas que no le llegaba a la suela de las botas. La larga permanencia del chico de Indiana en las listas de éxito fue uno de los numerosos récords guinness que todavía nadie le ha arrebatado. El muchacho que había sido expulsado de Testigos de Jehová por haber hecho un vídeo sobre muertos vivientes cosechaba éxitos continuos despertando una euforia mediática irrepetible, cantaba una canción de cumpleaños al Sultán de Brunei a cambio de una gran suma de millones y su mejor amiga era una boa costrictor de quince metros de largo. Luego vinieron los escándalos: Las contínuas operaciones, las peleas con todos sus familiares, un matrimonio de conveniencia con la hija de Elvis, la primera denuncia por abusos a un menor y las primeras sangrías contra su inmensa fortuna en manos de abogados y gestores sin escrúpulos...fue el inicio de un largo crepúsculo que terminó el pasado 26 de junio. Cuando algunos no dábamos crédito a lo que oíamos. Ese ataque fulminante que se llevó la vida de ese eterno adolescente que en un reportaje le dijo a un periodista que él no necesitaba comprar ningún sarcófago porque él nunca iba a morir coincide con la misma saturación a la que ha llegado norteamérica veinte años después del inicio del desmoronamiento de su antigua enemiga. Él representaba mejor que nadie los excesos y la ensoñación de esa América inmadura que se veía invencible. El héroe de la negritud quedó totalmente destruído por los fármacos y las obsesiones ante el acoso de los que en otro tiempo le habían asegurado que era un dios. Con 51 años y con la única amistad de la víbora Elisabeth Taylor se presentaba en quiebra a la vez que anunciaba en una última rueda de prensa un ambicioso tour que ne pocos días ya había agotado todas las entradas. América es irónica y comparte su destino. De otra forma su repentina muerte no hubiera causado la misma sensación. Su defunción lo exime de todas las sospechas, lo absuelve de la culpa con la que se le marcó de por vida y le devuelve la dignidad. En cierto aspecto algunos ven ciertos remordimientos por parte de la opinión pública, ya que el único gran delito que el ídolo pop realmente perpetró fue el de ser ingenuo, débil y extremamente rico, un blanco fácil contra el cual disparar. Con el mismo cinismo con el que se lo martirizó ahora se lo ensalza. La misma hipocresía pero en otro modo. Otra forma de exprimirlo incluso siendo cadáver. La vida de este hombre fue eso: sin infancia, sin juventud y un cúmulo de difíciles traumas. Una máquina de hacer dinero, o un monstruo de feria, como él mismo se veía, pues no hay que olvidar que su gran ídolo era "el hombre elefante", personaje al que quiso llevar a los escenarios en uno de los muchos proyectos que ya no podrá llevar a cabo. El funeral de Jackson ha sido el despliegue de medios y de agentes de seguridad más masivo que se haya conocido en el Estado de California, el cual por primera vez en su historia y pese a ser el más poblado y el más rico de la Unión, ha tenido que reconocer su situación de bancarrota y la consecuente emisión de pagarés públicos. Unas pompas fúnebres faraónicas donde no han faltado famosos, porque todo el mundo ha querido decir algo. Como todo lo que hizo en vida su funeral no podía ser más que espectacular. Ni Kennedy ni ningún otro Presidente, ni Elvis, ni ningún grupo de damnificados ha tenido unas exequias de ese calibre. Esa conmoción es casi el acta de defunción de un país entero en el pabellón de Los Ángeles Lakers, donde apenas unos días antes Pau Gasol y los suyos festejaban una victoria histórica y al cabo de poco asiste a lágrima viva nate un impresionante ataúd de plata y metal incorruptible.
Y yo me pregunto: "Who's bad?". La verdad es que con tanta hipocresía no me atrevo a señalar con el dedo. Hasta hace poco nadie reconocería que le había gustado la música de Jackson por lo mal que quedaba y ahora no deja de sonar en la radio, vende más discos que Lennon y se santifica en ofrendas en cada una de las capitales de Europa. Conocía a un tipo al que la gente del barrio le llamábamos Capullín. Capullín trabajaba en la cocina de un Frankfurt unas once horas. Tenía una cinta con el tema de "You are not alone" girando constantemente y canastas de salsichas enormes por doquier. Ese tipo era fan de Michael Jackson. Incluso intentó ir a verlo durante la era de Invencible. Me acuerdo que se cabreó porque al final no pudo asistir porque su ídolo estaba acabado y no se mantenía a pie pasados los dos primeros minutos de un tema. Ese tipo era realmente fan. Y evidentemente todo el mundo pensaba que era tonto, marica o las dos cosas. Yo llegué a sospecharlo por el hecho de saber de que pasaba demasiadas horas a solas con ese montón de salchichas, pero al final se sacó una novia y encontró trabajo en el Jardiland. Y creo que ahora mismo es el único al que me creo si me dijera que se ha quedado hecho una mierda al saber que Michael Jackson se ha muerto y que no se podía levantar del sofá de la prostración, porque creo que la tía lo dejó al principio de la hipoteca y ahora se ha quedado realmente alone y sin su héroe mediático, lo cual es una putada. Como la historia del quinto Jackson, que se convirtió en el thriller judicial más comentado en los tabloides, en un icono complejo dentro del mundo del pop, donde las estrellas brillan para caer como cometas. La estela de Michael es recordada este día en el centro de aquel país futurista que tenía que ser tan ideal y que ya no existe, bajo el reloj que marca la hora en todos los países del mundo. Ahí se recuerda a Michael con velas, portadas, recortes de prensa, cartas de fans, flores y algunos mendigos durmiendo encima sin darse cuenta de los flashes que persiguen ese instante perfecto.

lunes, 6 de julio de 2009

jueves, 2 de julio de 2009

Decido encerrarme con una vela y volverme a enfrentar al gigante.
La calle arde, el sofoco aplaca y anula a los pocos que pululan por las calles como seres errantes, suenan las campanas. El ahorcado está silenciado, aunque en actitud serena. Su posición invertida es lo que explica la inutilidad de todo sacrificio. Pienso en las dos pesadillas que he tenido esta noche y en como obtener esa llave. La tarde sin brisa envuelve Prenzlauer. El sol se apaga de forma prematura dejando un horrible calor.
Fugaz visita a Kreuzberg. Un tío con una camiseta de topos de colores, pantalones cortos y un ramo de margaritas entró en el mismo Imbiss que nosotros. Un tipo gordo con bigote y boina estaba sentado a nuestro lado haciéndose el moderno con sus amigos de mesa, la mayoría de países distintos pero de ideas bastante parecidas, aunque seguramente no muchas. Turcos entrando triumfales con sus coches de segunda mano bajando las ventanillas para que sufriéramos su música. Maricas cachas con la cabeza afeitada, barba y luces de colores en locales minúsculos como cuartos para lavar la ropa. Tiendas que parecen bares, bares que parecen malos escaparates. Todo abierto y la gente tirada en la calle. Todo tan mezclado que daba mareo. El china box én el que comí hace más de un año con las mismas mesas y taburetes simulando troncos tallados. Gente que jugaba a ser extraña, falsos desaliñados, gente pop de vacaciones y locales abarrotados de baratijas colgando del techo forrado con alfombras que hacen de cenicero. La disoc que está en la misma parada elevada del metro está cerrando con música de Marianne Faithful. Raro como la vida misma.