Fugaz visita a Kreuzberg. Un tío con una camiseta de topos de colores, pantalones cortos y un ramo de margaritas entró en el mismo Imbiss que nosotros. Un tipo gordo con bigote y boina estaba sentado a nuestro lado haciéndose el moderno con sus amigos de mesa, la mayoría de países distintos pero de ideas bastante parecidas, aunque seguramente no muchas. Turcos entrando triumfales con sus coches de segunda mano bajando las ventanillas para que sufriéramos su música. Tiendas que parecen bares, bares que parecen malos escaparates. Todo abierto y la gente tirada en la calle. Todo tan mezclado que daba mareo. El china box én el que comí hace más de un año con las mismas mesas y taburetes simulando troncos tallados. Gente que jugaba a ser extraña, falsos desaliñados, gente pop de vacaciones y locales abarrotados de baratijas colgando del techo forrado con alfombras que hacen de cenicero. La disco que está en la misma parada elevada del metro está cerrando con música de Marianne Faithful. Raro como la vida misma.
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