sábado, 21 de agosto de 2010

Como un sueño de locos sin fin la fortuna se ha reído de tí.


La metáfora del lobo deambulando por las calles nevadas podría trasladarse hasta agosto, sorteando los adoquines, traje de raya diplomática y gafas de sol. Chicas de todo el mundo van de un lado a otro, se sientan en las terrazas, charlan animadas, ríen, coquetean, pero tu estás resacoso y te da igual a donde ir. Tienes los tranvías enfrente precipitándose al este, los balcones goteando y los cigarrillos se te escapan de los dedos.


"Mira, ahí deportaron a otra familia" descubres al levantar el pie: la placa que hay en el suelo con los nombres escritos es otro diente de oro de la gran gitana que nos parió a todos juntos dejándonos colgados en la primera esquina. Prenzlauerberg está llena de esas baldosas, como si fueran los restos del camino en la tierra de Oz y hasta al mismo espantapájaros lo ves en el retrovisor de una vieja moto con sidecar que a veces aparece aparcada al principio de la Lychenerstrasse, pero ninguna casa voladora aplasta a esa puta bruja ni ninguna adolescente con rizos nos libera de un hechizo que lo mantiene todo bajo la imagen más bella que repose tras los ojos cerrados de las estatuas durmientes.
Estamos en esa fase en la que giras por toda la ciudad con una persona en la cabeza y los fracasos en lo más hondo de los bolsillos, la náusea no la escupes sobre las aceras dejando que lo envenene todo, incluso los sueños, hasta aquellos que tienen un carácter de premonitorio.
Porque las madres han salido cargadas del gimnasio y de comprar el pan, pero en ese momento en que otra placa de oro muere pisada por mi zapato, oigo las monedas cayendo sobre la mesa pintada, oigo las propinas cayendo dentro del bote, oigo la máquina de tragaperras que mi mejor amigo reventó en un hotel de Las Vegas, oigo a Roger Waters y a David Gilmour y los viejos coches en batería lucen igual que aquel de la foto en blanco y negro donde Syd Barrett nos mira como si ya fuera a brillar para siempre, las monedas caen sobre la mesa en mi recuerdo y mi maestro consulta los hexagramas y el resultado es el mismo que sale en la primera novela de Philip K. Dick.
La jodimos quizás, pero ahí deportaron a otra familia, Y en la fachada dicen que ahí vivió un antifascista de esos que también se cargaron pero que después la DDR mitificó porque necesitaban mártires para poder martirizar a los que no pensaran como ellos y en esa calle pasaron demasiadas cosas pero las madres jóvenes compran pasteles biológicos y piensan en pollas, la pareja sentada en el bordillo vende muebles de segunda mano y discos sacados de las casas en las que a algún abuelete le ha dado un paro cardíaco fulminante. Demasiadas cosas en la cabeza para que la tinta se haya quedado tan seca.
Busco una cabina para llamar a mi maestro, pero la de la Stargarder como siempre vuelve a estar averiada. En ese momento hubiera tirado dos euros para que al otro lado del cable volviera a oír eso de "Joven ilustre, qué tal Berlín sin mí" y poder explicarle que me han dejado y que tras tres intentos me toca claudicar o abrirme la cabeza contra una pared. Pero eso ya lo leímos en el I Ching. Cerdos y delfines. Te ganas la confianza y la simpatía incluso de los que son tus enemigos, eres capaz de hacer creer. Y es el momento para lanzarse a la realización de los grandes proyectos.
Te levantas cada día y antes de dar la vuelta te dices que hoy no vas a beber. Entonces el mundo es horriblemente feo.


Te cambias a la habitación de al lado y ahora vives cerca del patio interior. La cama es el doble y está doblemente vacía, las paredes tan blancas que cuando te despiertas es como si estuvieras ahogándote en un vaso de leche. Piensas que le vas a reventar la cara a ese hijo de puta porque ya estuviste a punto de hacerlo y se largó por patas de esa fiesta. Cuando puedes mirarle a los ojos y hacerle torcer la mirada con miedo ya puedes llamarle por su nombre.

Es el tiempo de la realización de los proyectos. Pero lo de cruzar las grandes aguas lo vas a hacer solo.

Y sí, es mejor eso que putear a ese pringado, porque el ojo por ojo no me sirve aunque lo diga la Biblia. El que viene después de ti se encuentra con los platos rotos y el fregadero lleno de mierda. Y sí puedes sentirte ganador porque has perdido y el que te la clavó por la espalda tiene que salir por la puerta, entonces fantástico, pero Smoboda, sé sincero contigo y ahí empieza la verdad interior: hasta cuando podrás aguantar eso. Después de ese viene otro, y después vendrá otro. Incluso están haciendo cola, así que no pierdas el tiempo. Y ella está haciendo lo mismo contigo. Quería ser popular y ha acabado con ese trozo de carne muerta en un rincón mientras tu te estás haciendo fotos con todos, porque ahora ya juegas a su juego o has pillado eso de los peces y los delfines, pero no hay nada que disfrutar, eso es trabajo y te pagan para un show.

Cuando vuelvo de los clubs lo hago con una tristeza horrible y veo el cielo blanco y los cuervos riéndose de mi náusea contra la luz de la mañana. Pero cuando he estado doce horas trabajando para los demás y estoy sentado con mi jefa en una de esas jodidas sillas de abuela y hablamos de algo con el dinero de cada uno sobre la mesa, sé que volveré a casa casi sonriendo y burlándome de esos pajarracos que posan vacío sobre el capó de coches que salen en las portadas de los discos, pero que amanecen llenos de mierda en la Schliemannstrasse. Yo vuelvo a casa esas veces tranquilo, con una serenidad que a Leonard Cohen le costó un ingreso en el convento y llevar una pulserita de bolas bajo la manga de la camisa, y pienso en eso de "vas bien, mejor de lo que crees. Escribir cuesta y a veces se tarda años en lograrlo". Esas son las aguas. El viaje no es a ninguna parte. Es hacia el último capítulo de esa novela. Y si así estás vivo, entonces vive de esa forma, que es lo que tienes que hacer. Y en el fondo lo que mi maestro quiere oír y lo que quieren oír los que están allá en casa es eso, y si llamo mañana es para contar esas cosas. Lo demás ya sale en los hexámetros, y en el cuadrante rojo donde vivo los renglones están muy claros.