Pese a haber trabajado a destajo, ha sido una de las noches en las que he vuelto a casa con menos euros que nunca. Habrá que releer a Epicteto, pero no hoy, porque vuelvo a entrar en unas horas y necesito la cama. Esto es como el preludio de la Traviata, idealismo y lisergia, una manera de poetizar sobre los largos momentos en los que uno no existe, de hacer bella lo que algunos llamarían su propia derrota a las puertas del verismo tras despedir un plenilunio estéril.
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