lunes, 3 de agosto de 2009

3 de agosto fue el día en que por primera vez se hizó la bandera de los Estados Unidos, los beatles debutaron en la mítica Cavern de Liverpool, los reyes católicos expulsaban a los judíos y moría el escritor Joseph Conrad después de haber escrito sobre el infierno en "El corazón de las tinieblas".
Y mientras, Hollywood continúa subastando a la desesperada todo aquello que lo hizo brillar: centenares de atrezzos en lotes se amontonan a precio de saldo, pujas por auténticos fetiches de la industria ante la falta de filmaciones, colas por llevarse un pedazo de sueño en celuloide en un mundo contaminado de realities. Las estrellas se mudan, las productoras ya no se mantienen a flote y los estudios vuelven a ser hangares vacíos. Hay que desontar otro decorado de la gran mentira de nuestras vidas mientras me entero que la recesión golpea a mi país hasta el punto de que muchos ayuntamientos se están declarando insolventes y no pueden pagar a los trabajadores publicos. Por aquí algunos ya están hablando de argentinificación o supresión de la clase media, esa ficción social a la que todo el mundo creía pertenecer. Son las últimas vacaciones antes de encontrarnos con el piso vacío, así que mejor atender a esos anuncios que ofrecen interesantes paquetes turísticos a destinos masificados porque no va a haber más. Es posible que esté todo cambiando y que se cumpla lo que aquellos sociólogos tan despreocupados dijeron acerca de que seríamos la primera generación en la que nuestas condiciones de vida serían más malas que las de la generación de nuestros padres, lo cual ya va siendo hora que empecemos a aceptar.

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