jueves, 30 de abril de 2009

Rutinas y DDR


Dos días antes: Una jornada dominada por el calor. La vida del barrio transcurre lejos de la pandemia, los parques están repletos, las terrazas se desbordan y la gente pasea en manga de camisa bajo la sombra de los castaños. Anoche un viejo conocido me explicaba que Berlín había llegado a ser la ciudad con más población del continente durante los años 20. También tenían la mejor universidad del mundo. Intento grabarlo todo en la retina, lo proceso, lo guardo para entender mejor todo lo que pasa. Sigo encontrándome con gente que detesta esta ciudad. El gran problema es que con muy poco se puede llegar a vivir, pero eso también implica que después no puedes salir de la ciudad. Conozco gente que va a ver la ópera en segunda fila por sólo 7 euros. La oferta cultural es de parque temático, te la hacen consumir para ser alguien en un sitio donde encuentras pordioseros por doquier. Leo que Benedetti está ingresado en estado grave y las flores rojas que tengo en el jarrón encima del escritorio lloran por él. Deneuve y yo escuchamos Klaus Nomi y hablamos de la sexualidad en la DDR. Curiosamente hubo mucha más permisividad que en la dictadura franquista. El nudismo por ejemplo no estaba mal visto, copias de las revistas pornográficas de la Alemania occidental circulaban gratis y muchos se filmaban con su esposa en la cama para después divulgarlo de forma solidaria. Oficialmente no existía nada de todo eso, por supuesto. Ahora, como dice la pintada de un mural donde se alzaba el Palacio de la República, es la DDR la que nunca existió.
“Die DDR ist nie gegeben”.
Que existió no cabe la menor duda pese a que la nueva imagen que está cobrando esta ciudad se empeñe en borrarla de la historia. El cantante de los Rammstein ya ha dicho varias veces a los medios de comunicación que personalmente echaba de menos muchas cosas de ese país que quedó absorbido por la República Federal. Otros dicen que pese haber sido una realidad, era la cosa más aburrida del mundo. No parece que hubiera mucha cosa que hacer aparte de beber licor de café o mentolín. Eran muchos los que soñaban con lo que había más allá del muro, pero son los mismos que han visto como han generado a un montón de imbéciles que se dedican a agredir a aquellos que no son como ellos. La mesa de mi cocina es una máquina de coser. Preparo café con canela y miramos el patio a través de la ventana llena de plantas. Gunnar llega con una nueva multa por viajar sin billete y declara solemnemente que va a buscar un nuevo trabajo antes de que le renueven el contrato leonino en donde aceptaba estar en el escalafón más bajo de una gran multinacional. Es el primer día en seis semanas que se toma una cerveza. Le debe haber sentado como un tiro o ha tomado conciencia de que un día fuimos libres. El coinquilino se va a su habitación a meter los discos que le han llegado por correo. Unas hondas sacuden la pared de la cocina. Creo que son los graves. Salimos a comprar pan para preparar rebanadas. Silbo una canción de cabaret berlinés. Me esperan cuatro días de trabajo y no veré ninguno de los eventos de la Walpurgisnacht. De todos modos ya haré algún homenaje a Belenos quemando la cocina del Wohnzimmer.

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