El ojo sigue empeorando. El dolor se ha vuelto agudo y despierto en jaque. No me quedan muchas piezas blancas. Tengo ganas de tirar el aparato de radio contra la pared porque sólo se habla de la crisis y no soporto la música de los anuncios. Pienso que he estado viviendo como un monje para acabar sintiendo los infortunios de la virtud. Las ilusiones rotas y todo un gran desperdicio. Era todo muy frágil y cualquier cosa podía hacer que se desmoronara el resto.
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