sábado, 9 de mayo de 2009

Sí, podían ir solos éstos dos. Llegaron a Berlín despilfarrando toda la pasta que les quedaba y terminaron en la Nollendorfstrasse comiendo un huevo cocido al día. Unos zumbados. El primero marchó con 29 años a Berlín dejando a la mujer diciéndole que él era el Delgado Duque Blanco y la siguiente parada una ciudad que vivía inmersa en el mayor bloqueo en mitad de la guerra fría. Y lo hizo con su gran amigo, un personaje tan hecho polvo que apenas se enteraba de nada de lo que ocurría porque el hombre iba ciego de todo. Iban a Europa para inspirarse y se inspiraron bastante: Cuando les hacían entrevistás en el Café de París de la Kantstrasse estaban tan pasados de vueltas que se dormían o se desplomaban directamente encima la mesa. Después se calmaron o lo hicieron ver muy bien y trabajaron como nunca habían hecho, sin demasiados recursos y en un sitio donde la gente no les prestaba demasiada atención.

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