domingo, 28 de junio de 2009

Las ratas inyectadas son Nihm Smoboda. "Cualquier cosa que se pueda hacer a una rata se le puede hacer a un humano. Y podemos hacer casi cualquier cosa a las ratas". Esto es cyberpunk: los espejos cóncavos que revelan la distopía. Smoboda es la misma deformación del concepto sublime en otra lengua para denunciar que la han vaciado de sentido. El dios negro de nombre invertido queda proscrito por la tríada osírica y relegado al olvido y la muerte, como las personas. Nosotros somos todo lo contrario pero hemos hecho a las divinidades para nosotros. Si cada persona es un número o un concepto y todo es cuestión de cifras, incluso el honor, el apellido es un linaje de aquello que seguimos y de los que lo van a seguir.

El escritor no deja de sentir un fuerte humanismo por mucho que se sitúe en el ángulo extremo. Muchas veces se sitúa fuera para proyectar, pero ya no mira a lo que hay porque para eso están las grabadoras, que a través de sus canales reproducen mejor.

Una de nuestras facetas es que somos aquello que queremos ser. Es como deberíamos mirarnos para no sentir tanto los golpes pese al peligro que conlleva dejarse llevar por algo que de salvarnos puede llegar a destruirnos. Es la ambigüedad de la palabra trascendencia el gran reto del existir, hasta el punto que lo descartamos y no lo intentamos jamás.

Después de haber llegado al final del camino he tenido que mirar hacia atrás y recoger todos los trozos rotos. Me di cuenta de que no era el fin sino el principio de algo nuevo. La muda ya está ahí. Después de la borrasca me encuentro en una habitación con objetos sacados de la basura, algunos recuerdos y toda la ropa estropeada. Y sin embargo siempre tuve una idea que ha resistido con el paso de los años y que va a ir implicándose cada vez más en aquello que escriba, porque no haberlo hecho es lo que realmente me ha bloqueado. Esa idea es mi nombre y no me importa bajo qué forma tenga que llevarlo a cabo. El nombre subyace. Todo lo que queda y todo lo que he aprendido serán el matrimonio perfecto bajo el cual va a nacer toda una obra monstruosa.

Siempre pensé que este sería el año más importante de mi vida, pero también el de muchas otras personas, porque se está viendo quién es cada uno. Eso no lo dije yo sino alguien que no suele equivocarse. Me he visto acabado en un modo que no había conocido jamás, sin embargo ya lo dijo Shakespeare en boca del adivino ciego en la obra "Julio César": los idus todavía no han terminado, y aunque se estén viendo cosas, todavía no hay nada decidido.


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