sábado, 28 de marzo de 2009


Esta es la mujer que ha dejado de piedra a más de un jefe de Estado. Su espectacular portada en Playboy ha agotado todos los ejemplares en el país de la Doctora Merkel. Carla Bruni se cae de rodillas ante tanta sensualidad y le pide clases mientras Sarko no puede sacársela de la cabeza. Putin todavía babea en los despachos del Kremlin, Y los Obama le tienen una gran consideración, porque esta mujer es capaz de jugar a las mismas cartas que todos estos dignatarios. Humildemente expone no estar al corriente de política y no tener idea de nada que no sea ropa y perfumes porque no desea caer mal a nadie, pero si hace algún comentario es capaz de dejar contra las cuerdas incluso a los altos cargos, los cuales son hábiles sofistas. Pero es muy difícil combatir contra la frivolidad y Dita lo sabe. Berlin, la ciudad donde el burlesque está teniendo la misma popularidad que el yoga o la danza del vientre es uno de los lugares donde esta diva cuenta con más admiradoras declaradas. Las jóvenes la imitan y es algo normal en una época que empieza a mostrar tantos paralelismos la Gran Depresión. Espectáculos como el suyo fueron de asistencia multitudinaria en los años treinta. Actualmente la tendencia es exactamente la misma. Esta mujer que declaró a los medios que la crisis es genial para poder practicar más sexo porque es gratis se ha convertido en la portavoz de un momento social en el que las parejas han dejado el cine y los restaurantes para divorciarse o quedarse entre las sábanas. Las tiendas con ropa de época y las fiestas al estilo de Weimar se han convertido en un evento elitista lleno de lujo y fantasía. Champagne, absenta, póker. Un estricto dress code, flamantes bellezas y las entradas siempre agotadas. Tangos yiddish y jazz blanco.

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