domingo, 2 de mayo de 2010

Held der Arbeit. Las tantas de la madrugada.
La calle está barrida, los árboles llenos de pájaros, las llaves tintineando en el fondo de los bolsillos, las piernas cansadas de tantas horas de pie... lo de siempre. Ya no es algo que sea tan nuevo. Luego duermes en el sofá y oyes unos ruidos. Es Gunnar, que está viendo unos vídeos en la cocina. Inevitablemente nos ponemos a hablar de como celebran el uno de mayo en Grecia. La pregunta que ayer todo el mundo me hizo es a cuantas manifestaciones fui, porque las hubo de todos colores. Lo que pasa es que tenía turno de noche y sabía que tendríamos el bar a petar. En Grecia en cambio, hubo una auténtica batalla campal con la policía y los manifestantes pegaron fuerte porque ya no estaban para tantas tonterías. Gunnar, que viene del paraíso neoliberal en el que no hay ejército porque le lavan el dinero a todos los demás, se quedó un poco chocado por la contundencia de la masa, pero debería saber que normalmente es ésta la que recibe las hostias y que todo ese despliegue de cuerpos de seguridad no era para darles la bienvenida ni para contenerlos. Lo del trabajo digno hace tiempo que pasó a la historia. Lo de estar orgulloso de ser un trabajador es una mentalidad que cayó con el muro, incluso antes, por lo que tampoco pueden esperar demasiado de la masa. Había que dejarla tranquila y drogada, aunque eso tuviera un coste enorme. Pero cuando personas sin escrúpulos llevan el país, el mío y el tuyo probablemente, entonces la avaricia rompe el saco y el saco se rompe de verdad. Yo me pregunto qué se esperaban. Hay una prórroga para arreglar las cosas y se confía más en las instituciones que en las empresas, que han demostrado ser lo que son, algo mucho más peligroso que la masa, porque ésta última casi nunca despierta, sólo en raras ocasiones y para hacer un daño terrible contra todo lo que encuentre, son momentos en que el sistema se resetea a un precio alto, seguramente con sangre de inocentes. A nadie le importarán una mierda los griegos, ni los antiguos ni los modernos, hasta que los problemas no solamente han llamdo a la puerta de casa sino que ya los tienes en el recibidor. Entonces poco se puede hacer. Recuerdo que hace años cuando se hizo algo para acabar con esos encuentros de foros monetarios, G8s y demás fraudes pagados con dinero público, patrocinios de las petroleras y otras empresas dedicadas a lucrarse con los conflictos creados, un vecino mío de profesión banquero esperando su prejubilación, miraba los disturbios de Génova por la tele (lo poco que pasaron, porque la verdad fue mucho más cruda) gritándole a los policías para que golperan más fuertes a chavales que tenían la edad de sus hijos como quien está animando a su equipo de fútbol. Muy bonito. Hoy el dinero se ha evaporar gracias a esos mismos, los hijos no podrán ni jubilarse y tendrán trabajos de mierda, medicamentos más potentes para pasar las depresiones e inmigrantes a los que odiar. Una masa drogada durante tanto tiempo está enferma y es inútil, pero no es imprescindible. Al contrario. Estamos perdiendo todo aquello por lo que se luchó. Estoy viendo como algunas ideas empiezan a arraigar en todos los estratos sociales: la decadencia de las sociedades se debe no a la vanidad sino a ciertos vicios que han acarreado la descomposición de la familia: abortos, bisexualidad, enfermedades de transmisión sexual, como los griegos y los romanos, aunque nadie tenga ni puñetera idea de lo que hicieron esa gente durante tantos siglos, pero para muchos estaban siempre follando en grupo y vomitando y diciendo que los dioses no existían... de esta manera, Spengler y otros secuaces, más que filósofos pasan a ser profetas y todo lo que sea regresión ya no es algo tan mal visto. Puritanismo e imperalismo son manifestaciones de grandeza, porque el pasado está olvidado y somos libres de culpa, por lo que se puede volver a algo que por no conocer se idealiza porque las ideas son indestructibles mientras exista mente.
En los años 30 los primeros de mayo fueron siempre violentos, porque en sociedades que no eran participativas esa jornada constituía la válvula de escape de un descontento real, pero ese carácter se había ido moderando con los años porque ne cuanto la gente tiene el filete en la mesa ya no tiene porqué ser tan combativa y al final era un día libre o de fiesta y no se reivindicaba más. Políticos y sindicatos se hacían la foto y esas cosas, pero hay que aceptar que en un día así hoy por hoy algunos quieran lanzar piedras. El problema no es ese sino el no haber querido escuchar a nadie y haber preferido darle el dinero a los bancos a controlarlos y penalizarlos. Se ha puesto claro que hay una justicia para los pobres y otro para los ricos y que el Estado no es árbitro sino cómplice a cambio de poder seguir ocupando una silla casi simbólica desde la que te echan los perros porque las corporaciones quieren a los Estados sólo para eso, para que ellos no se ensucien las manos sino que se las ensucie la soberanía nacional, esa que es aplastada en cuanto se altera por ver que ni pincha ni corta y lo paga todo. Por eso mismo no suelo decir que los serbios son malos por haber hecho eso ni los alemanes fueron muy malos ni los rusos todavía peores. Incluso intento decir que los americanos pese a ejercer de superpotencia tampoco son malos. Son una gente tan presionada por unos medios controlados por pocas manos y toda una industria recreativa como lo podamos ser nosotros. Y tienen las mismas voces críticas que nosotros y la misma poca influencia que podamos tener nosotros. Porque los excesos de sus líderes empresariales e instituciones no nos pueden llevar a meterlos a todos en el mismo saco. Ya les gustaría a esos que comen juntos en las cumbres que nos matáramos entre nosotros, porque encontrarían el modo de hacer negocio también con ello. A mi me sabe fatal lo que está pasando. Puedo levantarme del sofá porque mi compañero de piso está viendo como en Grecia se enfrentan a la policía y les prenden fuego. Creo que eso debería servir para que los que están arriba empezaran a ceder un poco y a exigir responsabilidades a aquellos que no las están satisfaciendo y que siguen especulando, ahora ya con las industrias primas, y beneficiándose de un modo grotesco. Si ven que en las calles se empiezan a repartir palos deberían poner freno a eso, pero lo que harán será poner medidas de seguridad y control porque si no lo hacen los otros los sacarán de la silla.

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