Sabíamos que el PSOE y en Catalunya el PSC estaban fatal y que el clima de pánico tanto en Moncloa como en Ferraz era ya un secreto a voces. La debacle electoral de estas formaciones ha precipitado el archicomentado tema de la sucesión de Zapatero. El Partido Popular ha arrebatado plazas históricas y ha visto como en un lugar como Catalunya, que presumía de rechazar categóricamente su ideario, han alcanzado un número jamás visto de ediles que servirán a los convergentes como socios en la toma de decisiones.
viernes, 27 de mayo de 2011
22M los resultados
Sabíamos que el PSOE y en Catalunya el PSC estaban fatal y que el clima de pánico tanto en Moncloa como en Ferraz era ya un secreto a voces. La debacle electoral de estas formaciones ha precipitado el archicomentado tema de la sucesión de Zapatero. El Partido Popular ha arrebatado plazas históricas y ha visto como en un lugar como Catalunya, que presumía de rechazar categóricamente su ideario, han alcanzado un número jamás visto de ediles que servirán a los convergentes como socios en la toma de decisiones.
miércoles, 25 de mayo de 2011
22M
He intentado sacármelo de la cabeza, pero mi interés por los asuntos de la polis ha sido siempre bastante más fuerte de lo común. El sistema democrático debería invertir más en publicidad si quiere volver a convencer. Para mí lo importante ha sido ese medio millón de votos en blanco. Me cuesta creer que tanta gente se haya dirigido al colegio electoral el pasado domingo para votar en blanco, pero me sorprende más que mucha gente haya votado en blanco por convicción. Evidentemente la balanza se ha inclinado más hacia los partidos fuertes en unos comicios donde las nuevos grupos podrían haber llegado a tener un papel mucho mayor. Esos votos en blanco son los que en gran medida les han levantado el listón para poder conseguir un sillón en los consistorios españoles. Lo veo una lástima. Desde hace días se están oyendo muchas voces pidiendo que se cambie el régimen electoral cuando en realidad deberíamos tener un poco más claro desde un principio como funciona el vigente.
Nuestro sistema es erróneo. Lo saben todas las formaciones políticas, de la primera a la última y el tema de proponer su modificación para nada es nuevo, todo lo contrario. Es la gran caja de Pandora que heredó la democracia. Hoy en día esta visto que un Estado con más de 45 millones de habitantes no puede ser gestionado por unos parlamentos con una salvaje tendencia al bipartidismo. Todos sabemos que si hablamos de elecciones generales, en España el voto disperso en España no cuenta demasiado. De esta forma no se entiende que un partido de ámbito nacional como como Izquierda Unida tenga menos miembros en el Congreso de los Diputados que la coalición Convergencia i Unió (la cual es votada fuertemente en Catalunya pero no en el Estado) habiendo sacado un número de votos bastante similar.
En Catalunya se aplica además un régimen exageradamente desproporcionado: los votos de la zona del área metropolitana (donde viven tres cuatras partes de la población del país), tienen menos valor que los de la periferia. Así pues, se dice que un votante de Vic equivale a casi cuatro en Barcelona. Eso significa que los votos de la coalición nacionalista no son tantos en números reales, pero vienen de zonas favorecidas en el sistema de cómputo.
Estamos, y hace años que dura la broma, ante un sistema que nadie se ha atrevido a cambiar por el tremendo giro político que implicaría la aplicación de su reforma: A las grandes empresas, que son las que controlan el país, no les gustan lo en el argot de los expertos en derecho constitucional se llama parlamentos a la polaca. Pero como ya he dicho, es difícil y para muchos absurdo que 45 millones de habitantes sean correctamente representados por SÓLO dos colores: uno en la tribuna y el otro en el banquillo. Y en Catalunya, donde la diversidad cultural todavía es mayor, el bipartidismo representa una situación política alejada de la realidad social.
Si consideramos que el parlamentarismo es un juego que funciona a base de pactos y compromisos entre grupos distintos y que la misma Constitución permite el pluralismo político, es un tremendo error desarrollar un sistema en el que sólo un par de grupos tienen cancha. El efecto inmediato es la terrible corrupción.
Desgraciadamente vivimos en un momento en el que el ciudadano desconfía más que nunca de la clase política. La preocupación de los españoles ya no es el terrorismo, Sino los dirigentes elegidos a través de las urnas. Es por tanto necesario quitar los obstáculos que frenan a los partidos menores el acceso a las cámaras y que la ciudadanía sienta que su voz está en los órganos de poder. No me estoy refiriendo a una concesión para el pueblo que se ha lanzado cabreado a pegar gritos en la plaza. Es la misma democracia la que ahora mismo está en juego. Estas barreras normativas para conservar la poltrona se tienen que acabar o el barco se hunde.
En democracia un hombre es un voto. Si esto lo vulneramos por culpa de una estadística, podrimos el sistema a largo plazo, que es lo que nos está pasando. Eso sabemos que también puede ser peligroso. Tanto que si se aplicara al pie de la letra, los políticos sólo harían campaña en los núcleos con gran cantidad de población. Y todo aquello que pasara fuera de las capitales, apenas tendría relevancia porque eso no da votos. Conocemos el problema y el cinismo de los dirigentes.
Por esta razón muchos países cuentan con una cámara de representación territorial. Una cámara con funciones propias y que tiene una importante tajada en los mecanismos del poder. España también tiene una, pero no la usa, curiosamente permanece prácticamente inoperativa o se desconocen sus funciones, las cuales deben ser más que irrelevantes. Me refiero al Senado. El papel del Senado es pues residual, porque apenas tiene una utilidad pública pese a que el sueldo de un senador no sea para nada despreciable. Algunos incluso han llegado a pedir indignados la supresión de éste. Tal y como está los contribuyentes podríamos ahorrar bastante. Pero debería tenerse en cuenta que más que eliminarlo, lo que debería hacerse es dotarlo de un poder real, porque irónicamente esa es precisamente la pieza clave para un sistema democrático en nuestro Estado. Hay demasiados escaños en el Congreso que deberían estar ubicados en el Senado. Incluso ciertas comunidades Autónomas deberían crear uno mientras vacien un poco sus Asambleas o sus Parlamentos. Si queremos que un hombre sea un voto real hay que tirar por esa senda. Y si queremos que ciertos territorios no queden abandonados por una Administración pésima, también.
Si el Congreso o los parlamentos autonómicos fueran realmente cámaras de representación populares, el pueblo la dotaría de distintos colores como reflejo de su diversidad de opinión. Las barreras para conseguir un sillón no serían tan exageradas.