sábado, 21 de agosto de 2010

Como un sueño de locos sin fin la fortuna se ha reído de tí.


La metáfora del lobo deambulando por las calles nevadas podría trasladarse hasta agosto, sorteando los adoquines, traje de raya diplomática y gafas de sol. Chicas de todo el mundo van de un lado a otro, se sientan en las terrazas, charlan animadas, ríen, coquetean, pero tu estás resacoso y te da igual a donde ir. Tienes los tranvías enfrente precipitándose al este, los balcones goteando y los cigarrillos se te escapan de los dedos.


"Mira, ahí deportaron a otra familia" descubres al levantar el pie: la placa que hay en el suelo con los nombres escritos es otro diente de oro de la gran gitana que nos parió a todos juntos dejándonos colgados en la primera esquina. Prenzlauerberg está llena de esas baldosas, como si fueran los restos del camino en la tierra de Oz y hasta al mismo espantapájaros lo ves en el retrovisor de una vieja moto con sidecar que a veces aparece aparcada al principio de la Lychenerstrasse, pero ninguna casa voladora aplasta a esa puta bruja ni ninguna adolescente con rizos nos libera de un hechizo que lo mantiene todo bajo la imagen más bella que repose tras los ojos cerrados de las estatuas durmientes.
Estamos en esa fase en la que giras por toda la ciudad con una persona en la cabeza y los fracasos en lo más hondo de los bolsillos, la náusea no la escupes sobre las aceras dejando que lo envenene todo, incluso los sueños, hasta aquellos que tienen un carácter de premonitorio.
Porque las madres han salido cargadas del gimnasio y de comprar el pan, pero en ese momento en que otra placa de oro muere pisada por mi zapato, oigo las monedas cayendo sobre la mesa pintada, oigo las propinas cayendo dentro del bote, oigo la máquina de tragaperras que mi mejor amigo reventó en un hotel de Las Vegas, oigo a Roger Waters y a David Gilmour y los viejos coches en batería lucen igual que aquel de la foto en blanco y negro donde Syd Barrett nos mira como si ya fuera a brillar para siempre, las monedas caen sobre la mesa en mi recuerdo y mi maestro consulta los hexagramas y el resultado es el mismo que sale en la primera novela de Philip K. Dick.
La jodimos quizás, pero ahí deportaron a otra familia, Y en la fachada dicen que ahí vivió un antifascista de esos que también se cargaron pero que después la DDR mitificó porque necesitaban mártires para poder martirizar a los que no pensaran como ellos y en esa calle pasaron demasiadas cosas pero las madres jóvenes compran pasteles biológicos y piensan en pollas, la pareja sentada en el bordillo vende muebles de segunda mano y discos sacados de las casas en las que a algún abuelete le ha dado un paro cardíaco fulminante. Demasiadas cosas en la cabeza para que la tinta se haya quedado tan seca.
Busco una cabina para llamar a mi maestro, pero la de la Stargarder como siempre vuelve a estar averiada. En ese momento hubiera tirado dos euros para que al otro lado del cable volviera a oír eso de "Joven ilustre, qué tal Berlín sin mí" y poder explicarle que me han dejado y que tras tres intentos me toca claudicar o abrirme la cabeza contra una pared. Pero eso ya lo leímos en el I Ching. Cerdos y delfines. Te ganas la confianza y la simpatía incluso de los que son tus enemigos, eres capaz de hacer creer. Y es el momento para lanzarse a la realización de los grandes proyectos.
Te levantas cada día y antes de dar la vuelta te dices que hoy no vas a beber. Entonces el mundo es horriblemente feo.


Te cambias a la habitación de al lado y ahora vives cerca del patio interior. La cama es el doble y está doblemente vacía, las paredes tan blancas que cuando te despiertas es como si estuvieras ahogándote en un vaso de leche. Piensas que le vas a reventar la cara a ese hijo de puta porque ya estuviste a punto de hacerlo y se largó por patas de esa fiesta. Cuando puedes mirarle a los ojos y hacerle torcer la mirada con miedo ya puedes llamarle por su nombre.

Es el tiempo de la realización de los proyectos. Pero lo de cruzar las grandes aguas lo vas a hacer solo.

Y sí, es mejor eso que putear a ese pringado, porque el ojo por ojo no me sirve aunque lo diga la Biblia. El que viene después de ti se encuentra con los platos rotos y el fregadero lleno de mierda. Y sí puedes sentirte ganador porque has perdido y el que te la clavó por la espalda tiene que salir por la puerta, entonces fantástico, pero Smoboda, sé sincero contigo y ahí empieza la verdad interior: hasta cuando podrás aguantar eso. Después de ese viene otro, y después vendrá otro. Incluso están haciendo cola, así que no pierdas el tiempo. Y ella está haciendo lo mismo contigo. Quería ser popular y ha acabado con ese trozo de carne muerta en un rincón mientras tu te estás haciendo fotos con todos, porque ahora ya juegas a su juego o has pillado eso de los peces y los delfines, pero no hay nada que disfrutar, eso es trabajo y te pagan para un show.

Cuando vuelvo de los clubs lo hago con una tristeza horrible y veo el cielo blanco y los cuervos riéndose de mi náusea contra la luz de la mañana. Pero cuando he estado doce horas trabajando para los demás y estoy sentado con mi jefa en una de esas jodidas sillas de abuela y hablamos de algo con el dinero de cada uno sobre la mesa, sé que volveré a casa casi sonriendo y burlándome de esos pajarracos que posan vacío sobre el capó de coches que salen en las portadas de los discos, pero que amanecen llenos de mierda en la Schliemannstrasse. Yo vuelvo a casa esas veces tranquilo, con una serenidad que a Leonard Cohen le costó un ingreso en el convento y llevar una pulserita de bolas bajo la manga de la camisa, y pienso en eso de "vas bien, mejor de lo que crees. Escribir cuesta y a veces se tarda años en lograrlo". Esas son las aguas. El viaje no es a ninguna parte. Es hacia el último capítulo de esa novela. Y si así estás vivo, entonces vive de esa forma, que es lo que tienes que hacer. Y en el fondo lo que mi maestro quiere oír y lo que quieren oír los que están allá en casa es eso, y si llamo mañana es para contar esas cosas. Lo demás ya sale en los hexámetros, y en el cuadrante rojo donde vivo los renglones están muy claros.


martes, 27 de julio de 2010

Ah mes amis, sé que llevaba tanto tiempo sin decir gran cosa dadas las extrañas vicisitudes de mi pasion sauvage. Pero mi dieta de cigarrillos, café y alcohol me tenía demasiado ocupado en pensar en otra cosa que no fuera mi ruptura. Podríamos decir tiempos aciagos, pero ya no me da la real gana porque le hemos concedido demasiado luto a algo que ha durado menos que el matrimonio entre Hitler y Eva Braun. Si algo he intentado hacer ha sido evitar pasar por las fases de amor, decepción, rencor, odio, desamor y olvido. Y bebérmelo todo para pasar a la penúltima o la última casilla, pero en lugar de oca a oca caí en muerte y me encuentro en la salida una vez más, esperando mi turno. Creo que este juego sería mucho más fácil de ganar si alguien le canviara las normas, porque sinceramente a estas alturas ya no lo encuentro divertido.
Enterarse que la misma noche que te dicen que no tienes ninguna chance se lía cuando te largas con la derrota a casa es más bien jodido. Y digo enterarme porque casi tengo que hacérselo confesar a uno de estos amigos que nunca lo son tanto después de coacciones, furias y casi una de las estampas más violentas del oscuro Caravaggio. Uno al final se entera de todo, pero no imaginé tampoco que sería tan pronto.
Evidentemente ellas siempre tienen razón. Cuando tú lo haces después de una separación eres un cabrón que en dos días está con otra. Si en cambio lo hacen ellas, siempre habrá un motivo.
Lo peor es que para un varón/caballerete/hombrecillo/o lo que sea, recuperar a la persona que realmente le gusta aunque lo hayan dejado tirado resulta algo prácticamente imposible. Ya puedes arreglarte, ser agradable, dar todo lo mejor de ti... nunca funciona. Sólo vuelven si creen que te has liado con otra y para sacarte todos los reproches del mundo. Al fin y al cabo siempre tendrán razón. Persuasión cero. Ni argumentos ni leches, no sirven. Y si te intentas quejar encima te dirán que sólo hacéis que discutir y cada vez más, aunque de discusión más bien poca y de comunicación todavía menos. Es la misma historia de tanta gente, porque en el fondo no hacen otra cosa que seguir el protocolo.
El problema fue salir ayer de fiesta por ser día libre y para no querer coincidir, uno se va la último lugar donde espera que aparezca algo relacionado con el tema. Una fiesta en casa de una amiga. Precisamente se abre la puerta y aparece el tío con el que se lió y al verme lo primero que hace es quedarse blanco como un yogur.
Entonces supe que era él. Pero qué cutre. No podía haber pillado a uno más chungo.
Tuvo que sentarse conmigo y se sentía tan incómodo que más que hablar parecía Hugh Grant de tanto balbuceo. La puta que lo parió.
Puedes ponerme hielo en el vaso? Realmente vamos a necesitar mucho hielo esta noche.

domingo, 18 de julio de 2010

Creo que debo ser de las pocas personas que practique gimnasia con el pitillo en la boca. Pero en mi jaula las cosas son siempre diferentes y yo fijo las condiciones. Me basto con Radiohead en la tabla de mezclas y el copal ardiendo en una esquina. Tengo el bolsillo derecho lleno de billetes que me gané a base de propinas porque ser agradable en una ciudad de rancios tiene sus ventajas, pero también tiene un precio: Al día siguiente odias a la hunanidad y te duelen las muecas de tanto sonreír cada cinco minutos a discapacitados que se las dan de cualquier cosa, menos de lo que son. El libro de Zamyatin está abierto encima la cama en substitución de las musa con medias de rejas que se ponen todos los trapos que le regalé intentando reconciliaciones efímeras después de que te cansaras de pedir vuelve conmigo. Ese es mi jarabe y así empiezo después de la ruptura. Interesante situación. Recuerdo que hace unos años leía la columna de uno de los gilipollas del jurado que tumbó la novela que presenté a concurso. El tipo creo que lo titulaba algo así como la columna del escritor divorciado. Podría más o menos exlicar de qué trataban sus artículos, pero básicamente el tío vivía de contar sus huevonadas. Curiosamente le conocí personalmente mucho tiempo después en el aeropuerto de Roma, porque nos encontramos ahí y lo identifiqué con el calvo de la foto. Yo ya venía de haberme pasado semanas leyéndome sus sandeces rollo volver a empezar y joder no sé planchar mi ropa, dónde coño está mi mujer... en la época en que trabajaba en una comisaría y teníamos los periódicos de los policías siempre tirados en la sala de descanso, porque se da la circunstancia de que llegué a trabajar en un sitio de esos, pero en realidad lo que más hacía era dedicarme a corregir capítulos en el ordenador. Así que cuando me encontré al notas en el aeropuerto tenía ganas de decirle "Oye, realmente eres tu el capullo que me jodió la novela? pero tu has visto la mierda que escribes? La madre que te parió cabrón". Pero en lugar de eso le dije que había participado en el concurso y que me jodieron en la tercera criba, cuando ya quedaban ocho y bueno el tipo ni se acordaba de lo que yo había escrito porque ni se lo habría mirado. Ahora le diría que si yo tuviera una columna sobre un escritor separado/dejado/viudo le habría fundido las letras con cosas que son de verdad. Almenos podría aportar algo nuevo al asunto. Pero la época del resentimiento ya pasó y creo que le diría, "Ey, como llevas lo de las lavadoras, voy a participar en otro certamen pero antes quiero asegurarme de que no estés en el tribunal, cabroncete", porque las sornas de Cecco Angioleri son cosas del pasado anterior y la verdad es que no me he acordado de él hasta hoy, porque por culpa del tema este me cuesta hablar de algo que no sea eso y me doy cuenta de que si lo pasara al papel yo no escribiría sobre jodidas melancolías a la portuguesa sino de como un tipo se levanta de una puñetera vez y se enfrenta contra aquello que le hace daño. Ahí está el punto. Es de las pocas cosas en las que la gente del lugar del que vengo tienen mucho que enseñarme: Los catalanes son una de las pocas culturas que desde siempre se ha dedicado a hacer de la mierda oro y yo ya he plantado el árbol y los hijos no los voy a tener hasta que no les pueda dar algo mío que puedan leer algún día, así que estoy en ello, y los libros veo que salen de verdad siempre después de los grandes naufragios porque una vez hechos rescatan a su vez a las personas que se ahogan. Esto es una cadena: te salvan Dante y George Orwell y tu salvas a fulanito de pura potra porque no sabes ni quién cojones es y con algo que ni hiciste pensando en eso, pero en ese momento se lo encontró y le diste mejor compañía que la de sus conocidos. Y ya estás en el club, en el de los imposibles.
Así que escribes nuevos borradores. Sacas hasta la última gota de tinta y acabas rayando el papel. Siempre hay copas medio vacías y todos los retratos de Mucha que le gustaban tanto a ella con los que decoraste todo tu cuarto te miran. No hace falta ninguna inspiración. Tan sólo contar cosas, mezclarlo todo y no pensar tanto. Esto ya no es ningún ejercicio de retórica. Lo hago para mí. Cada vez que abres la ventana y miras lo que pasa en la calle no puedes evitar pensar algo así como: almenos estoy contento con lo que hago, me da todo igual.

Algo así le he explicado a Gunnar, que sin mover ni una ceja ha escuchando atentamente todas mis ideas de un nuevo trabajo con el que realmente me desahogo pero en el que transformo el pesar en algo increíblemente vital. Me quedo con que lo vivido ha sido extraordinariamente grande y termina por ahora aislado dentro de una caja con una música atronadora y un desenfreno literario como si se tratara del trabajo en una explotación fabril, pero es genial, porque sigue el curso correcto, y es por ahí donde tiene que ir y no por ningún otro sitio.

sábado, 17 de julio de 2010

Ante las altas temperaturas y los últimos acontecimientos, mi dieta consiste en seis tazas de café y dos paquetes de cigarrillos diarios. El resto lo pone el enjuague bucal. La subida de sueldo ha sido paralela a la de los problemas, pero podríamos decir que un libro que buscaba desde hacía tiempo me ha salvado el culo y se ha convertido en un buen compañero de viaje.
La ola amarilla me pilló en lo más bajo de la Schönhauser Allee mientras me encontraba berlinenando hacia ninguna parte en concreto y quedé bastante aplastado por cierto, porque esta ciudad no está preparada para el calor, la calle parecía deshacerse como caramelo fundido y mi tensión pegó la misma bajada que sufrieron las bolsas españolas, es decir, que se fue a tomar por saco con una facilidad pasmosa y terminé por reciclarme en uno de esos autobuses sauna que te devuelven a casa deshidratado y odiando a todo ser viviente. Los berlineses están estupefactos y no hablan de otra cosa que no sea el tiempo, porque del mundial prefieren no acordarse y de esta manera uno no puede ir a ninguno de los lagos a darse un baño poque se encuentra que hay cola para meterse entre hierbas y lodo.
En el trabajo todavía es peor, porque los clientes sólo quieren sentarse en las terrazas y en cuanto toca cerrar se ponen de los nervios e intentan tirarte una silla encima. Los yonkis de la plaza andan muertos de sed y ya no piden un euro sino que lo exigen de mala manera, la cocina se ha convertido en un lugar para infrahombres y las propinas han pasado a ser algo del pasado, porque no hay dinero.
La jornada del 10 de junio en Berlín fue bastante emotiva. Las "senyeres" ondearon alrededor del reloj de la Alexanderplatz y la protesta se realizó sin ningún accidente. Altas temperaturas pero mucha concordia. Los alemanes, como siempre, hicieron ver que lo entendían todo. En casa me esperaba el balcón, unos cigarrillos y las mismas fachadas con árboles atiborrados de pájaros y mujeres preñadas paseando por debajo sin hacer nada más en todo el día. Cuando salgo del barrio siento que estoy fuera de la realidad virtual.
Precisamente fue el Doktor el que me sacó del cuarto para llevarme a uno de los putos lagos que hay cerca de Bernau. Según él por ahí no habría casi nadie. Así que salimos disparados en su coche mientras el paisaje se transformaba en un amalgama de verdes que oscilaban en el aire. Como en las película, todo con sabor a libertad y música alegre. Yo estaba por cortarme las venas. Llegamos a un charco enorme con unos árboles achaparrados y unos juncos cerca de la orilla. El Doktor y su novia se fueron directos al agua. Yo me quedé sentado con las gafas de sol fumándome un pitillo pensando en largarme. Al cabo de media hora me harté y me quité la ropa. Me puse a nadar un rato, pero si he de ser sincero, me sentía bastante gilipollas ahí enmedio flotando como una rana intentando no amargarme.

Porque todo era genial y todo se ha ido de golpe a la mierda.

El libro llegó ayer de la mano de mi otro compalero de piso, Gunnar. Otro que me deja. Al final es definitivo y se larga para Dinamarca para terminar la carrera que dejó a medias. Se ha hartado de repartir pizzas con la moto y lo entiendo. Yo me quedo con su cuarto y a partir de agosto tendremos nuevo coinquilino, un chaval que viene para dos meses, lo típico.
Es una de las obras de ciencia ficción más preciadas de todos los tiempos: el "Nosotros" de Zamyatin, que es algo difícil de encontrar porque en su día el estalinismo se ensañó hasta lo imposible con la obra de este autor, desterrándolo de las letras rusas como pasó con tantos otros autores que se desmarcaran de las pautas marcadas por los círculos oficialistas. Creo que es una buena época para detenerme en sus páginas.

miércoles, 7 de julio de 2010


Allá vamos!

jueves, 10 de junio de 2010

viernes, 28 de mayo de 2010

Los hermanos Sass

Si los hermanos Grimm vivieron reformando la lengua alemana y escribiendo cuentos de hadas, los hermanos Sass fueron la pareja de delincuentes más célebre del Berlín durante los violentos años 30. Su epopeya, que se resume en tiroteos, butrones y asaltos a las cámaras acorazadas más inexpugnables, es tan memorable como la de sus contemporáneos americanos Bonnie Parker and Clyde Barrow, los asaltadores de bancos que durante la Gran Depresión se convirtieron en héroes por parte de los millares de ciudadanos que de la noche a la mañana se habían visto expropiados de todo.

En Alemania las cosas eran todavía incluso peor, puesto como algunas veces ya he comentado, la gente incluso empaperaba la casa con los billetes de la República.
Los hermanos Sass se habían criado en las inmediaciones del barrio obrero de Moabit, en lo que después sería Berlín occidental. Ambos trabajaban de mecánicos en el mismo taller de reparación de viejos autos en condiciones bastante malas hasta que la extorsión que ejercían las pequeñas bandas locales sobre el pequeño negocio los puso con la soga al cuello. Entonces pasaron a adoptar métodos tan poco convencionales como contundentes, entrando a golpe de martillo en el floreciente y turbio mundo de la criminalidad que se adueñaba de la vida en la capital de la República de Weimar, encontrándose al cabo de muy poco completamente inmersos en ajustes de cuentas contra los que envidiaban su rápida escalada criminal, puesto que en poco tiempo los Sass habían reventado de forma limpia las cajas fuertes dotadas con los mejores métodos de seguridad con una facilidad pasmosa gracias a su habilidad con las herramientas. Desvalijaron bancos y masacraron a la competencia. Sus aventuras han sido llevadas al cine en diferentes ocasiones, la última en 2001, pese a que su final es distinto, pues en el film los Sass son cosidos a tiros por las brigadas pardas de la SA como represalia tras el el veredicto exculpatorio por el robo de los fondos del partido nacionalsocialista. La escena final en la que ambos hermanos ruedan por las escaleras cuando están esperando el coche que los tiene que llevar hasta Hamburgo para embarcar a Kopenhagen, en realidad no sucedió. Los Sass se fueron a Kopenhagen en cuanto los nazis tomaron el poder, pero la policía de ese país los registró y los enviaron a Alemania, donde les cayó una sentencia de 13 años en el campo de concentración de Sachsenhausen, que es el que se encontraba en las mismas afueras de Berlín y que serviría de modelo para todos los demás campos que se empezaban a construir. Ahí aguantaron hasta su defunción el 27 de marzo de 1940, asesinados por el que más tarde se convertiría en el comandante de Auschwitz, Rudolf Höss.





Sobre los Sass existen numerosas leyendas, tanto por la bravonería del mayor, al que le gustaba codearse con la alta sociedad y aocstarse con las mujeres de los financieros, como por las extravagancias del pequeño, que tenía por costumbre comprar montones de zapatos debido a que siempre había tenido que andar casi siempre sin suelas y tenía pánico a que algún día volviera a quedarse sin calzado. Circularon también algunos chistes, como el de quienes fueron los peores criminales en cuanto Hitler llegó al poder: S.A.S.S. (las S.A. y las S.S.).
La película la recomiendo, por supuesto. Ha sido de las pocas veces que el gordo del videoclub me ha felicitado por lo que le alquilaba. En cuanto a la casa donde nacieron, se puede visitar hoy en día si se va a la Birkenstraße 57, pero hay que ir a la vivienda trasera que hay más allá del patio, porque su casa, como la de tanta gente de aquí, no daba a la calle. Algunos de los bancos en los que robaron todavía existen, tanto físicamente como la institución. La sucursal del Deutsche Bank que hay cerca de su casa fue la primera que atracaron. También asaltaron el Dresdner Bank de la caller Budapest. En Kleiststrasse 23, ya en Wittenbergplatz, lograron su mayor hazaña: los dos millones y medio de Reichsmarkt del partido nacionalsocialista. A los que les apetezca algo más gastronómico y más céntrico, entonces les recomiendo que se tomen un café en el lugar donde los Sass se encontraban con las celebridades del momento. Ni más ni menos que en el Lutter & Wegner de la Gerdanmenmarkt, uno de los puntos más postaleros de esta ciudad y para muchos una de las plazas más bellas de Europa. Los que hacen los tours turísticos os explicarán muchas cosas de las dos catedrales gemelas, pero aunque os lleven a comer algo en el Lutter, no se les ocurrirá explicaros que ahí estuvieron los Sass de copas con nocturnidad y alevosía.

viernes, 7 de mayo de 2010



Noche de perros.
No hay algo que perjudique más el carácter de los berlineses que los constantes altibajos de un microclima que ha sido ya varias veces objeto de estudio, porque tiene de todo menos constancia. Caballeros, estamos en pleno mayo y hay que volver a poner las estufas. Los versos escáldicos ya hablaban de tres crueles inviernos como preludio del Ragnarok y los catastrofistas, que en la capital alemana forman una auténtica legión no paran de comentar que en el 2012 la supernova va a acabar con todo y que los mayas eran unos tíos muy listos porque lo han calculado mejor que Nostradamus y San Malaquías. Además todo el mundo sabe que desde que murió Michael Jackson, seguramente por saber demasiado, las cosas ya no volverán a ser lo que eran.
Pero el caso es que por desgracia esta noche solamente he encontrado locos y gilipollas a lo largo de la línea M1, es decir, desde Prenzlauer al centro y eso me ha hecho pensar.
Ayer ya la lié bastante intentando sacar una butaca de mi habitación en la que había más pulgas y polillas que en las posadas de los cuentos de Marcel Schwob. Y lo hice porque organicé una cena con un montón de comida y no sabía donde meter los platos y la gente y además tenía que ser todo perfecto y lo que no podía ser era tener una butaca más grande que la puerta atorada en mitad del cuarto y del pasillo mientras la olla hervía y el horno estaba al rojo vivo, el teléfono sonaba y yo pensaba que iba a ser el fiasco del año hasta que a base de golpes y patadas el puñetero trasto salió de ahí y lo arrinconé contra la puerta justo a tiempo para apagar los fogones y contestarle a Gunnar que me llamaba para que usara su espacio. Los invitados llegaron cinco minutos después de que tirara la butaca por las escaleras y que esta se estrellara en el rellano contra la puerta de la guardería que hay en la planta baja, y al ver aquello me comentaron que la gente estaba muy mal dejando los muebles de cualquier manera por el edificio como si aquello fuera un campamento gitano, a lo que contesté que sí, que tenían razón y que menuda vergüenza de gente y que bueno ya se sabe que aquí todo el mundo recoge cosas de la basura pero que eso de dejarlo todo por ahí tirado tampoco era plan, con lo que les ayudé a cargar los trastos y al cabo de un rato tuve la casa a tope y aquello pareció Londres, porque había tanto humo que ahí nadie veía una mierda. Gunnar llegó más tarde y me felicitó por haber tirado la puta butaca y yo le contesté que fuera a la cocina a traer más vino, entonces todos comimos hasta no poder más y nos pusimos a hablar de cosas aburridísimas y que no le importan a nadie como la huelga general en Grecia o la miseria de sueldos que se cobran aquí en comparación con Francia. En cuanto nos pusimos a charlar de clubs y de música, las chicas pusieron cara de menudo coñazo que nos habéis montado y os odiamos porque preferiríamos hablar entre nosotras de pollas o de los ridículos que podéis llegar a ser en lugar de aguantar las chorradas estas de la política, Dj's y la puñetera música, con lo que al cabo de un rato se marcharon todos y quedaron un montón de platos sucios en el fregadero mientras por la ventana ya empezaba a entrar el aire gélido con el que me he levantado esta mañana. Bajando con el M1 rodeado de vejetes silenciosos y viendo que volvíamos a estar como en marzo, me encuentro que la ciudad volvía a ser una película en blanco y negro sobre la guerra fría. En cualquier momento el tipo que se sentaba delante mío se habría girado y hubiera tenido a Orson Welles diciéndome eso de "cuando se viaja solamente existen dos clases de emociones: el aburrimiento y el terror" guiñándome el ojo. Así que me bajo una parada después y me voy al médico como quien tiene que pasar por el confesionario.

Como siempre con un miedo atroz. Debería decir que aquí los médicos parecen funcionarios del registro: apenas levantan la vista del formulario. Evidentemente después de diez minutos de sala de espera quise levantarme para largarme del sitio porque estaba ya blanco como la leche y a punto de que me diera algo, y es eso que te lo piensas y te dices "no, hoy no", pero la persona que te acompaña te mira sin creerse lo que estás haciendo y ya estás como Jordi Pujol respondiéndole "ara no toca" y joder si tocó, porque la enfermera ya me estaba llamando para pasar por la consulta y yo quería arrojarme por la ventana como cuando algunos se enteraron que habían construído el muro y les tocaba la zona chunga.
- Oye no seas niño.


- Por qué no? Los Rammstein con lo cuadrados que están se ponen a llorar en el dentista.
- ¿Tu eso de donde lo has sacado?

- Lo sé porque la practicante es amiga mía y los ha tenido ahí. Eso pasa siempre con los tíos que son tan machos, que a la hora de la verdad siempre se deshinchan...



- Qué cojones pintan los Rammstein aquí, quieres hacer el favor de entrar?

En esos momentos mi cara había pasado del blanco a la mutación de un yogurt. Incluso perdí todas las fuerzas y no, no quería entrar. De golpe me vi otra vez pequeño y con los pantalones cortos, el peinado ese cutre de cacerola que llevábamos todos los niños de la era parchís y sólo faltaba mi madre diciéndome que si me dejaba poner la vacuna me compraría un click de playmobil o un coche de Lego. Qué fácil era la vida cuando Torrebruno era nuestro mejor amigo. Años después te lo tienes que pagar todo, vas de culo todo santo el día, te enteras que la mitad de los de Barrio sésamo han acabado yonquis y estás en una ciudad donde todo el mundo tiene mala leche y está tan hecho polvo como la economía española. Un desastre, vamos.


El médico fue muy amable, pero al darme la mano casi me desmayo porque ya había hecho demsiado entrando en el despacho y contesté que sí a todo aunque entendiera la mitad y claro quisieron sacarme un montón de pruebas, pero cosa curiosa, ha sido la primera vez que voy a un sitio a hacerme la revisión y lo primero que me dicen no es " ¿Y cómo se llama usted?Ah muy interesante... Bájese los pantalones por favor, le voy a tomar la respiración". Así que salí de ahí más cadáver que otra cosa después de dejarme sacar unas cuantas garrafas de sangre y bueno, la cara de Buster Keaton la he llevado el resto del día, me he puesto a hacer playlists de música indie para cuando me toque pinchar en un local poppie y después fui a recoger más flyers y a hacer el reparto. Entonces volvió a llover y sólo había gente rara. De noche salen los bichos.Una chica pelirroja estuvo mirándome fijamente durnate todo el trayecto en la U Bahn. Al bajarme, bajó conmigo y me paró en mitad del andén para preguntarme como me llamaba y decirme que era muy guapo. La última vez que alguien me dijo algo así fue porque se pensó que yo era una chica, así que no cuenta y evidentemente ésta estaba mal de la cabeza, porque me dijo que quería ir conmigo y yo llevaba un paquetón de flyers que pesaba como una vaca en brazos y le dije que no, que muchas gracias pero que no. Entonces me siguió diciéndome que no podía dejarla ahí en mitad del andén y me acordé que en otras ocasiones me dejaron tirado a mí, pero yo le dije que no la conocía de nada y que la vida no es como las películas, entonces se puso a llorar y yo ya veía que eso iba a acabar muy mal por lo que dije adiós y me fui escaleras arriba mientras me gritaba. Reparte los flyers que yo te espero aquí. Eso sonó como esas historias japonesas de mujeres locas que de viejas siguen esperando al prometido que nunca volvió en el mismo banco del parque o en el portal de casa.


La vida tiene cosas siniestras. Berlín es siniestro por antonomasia.

Tino Casal ya dijo eso de noche de perros por la ciudad entre el frío de la lluvia glacial. Y curiosamente la escribió en cuanto le dieron de alta del hospital en el cual se quedó aislado del mundo.

La temperatura seguía bajando y la gente iba haciendo cosas más raras.

En el Sage club, que no es otro que el famoso Kit Kat club que sale en todos los reportajes pero que una vez a la semana ponen rock y no hay nadie en pelotas ni peña que te ate en la cama mientras suena tecno, había otro repartidor de flyers que se había quedado en la puerta. Evidentemente me dejaban entrar, pero sin los flyers. Puñetera gracia. Todo Berlín está en el Sage los jueves. Hay tres pistas, tiene el morbo de ser una fiesta normal en el local del Kit Kat y la música está bastante bien. Pero los flyers se quedaron en la puerta, así que yo también. Doy media vuelta, pillo la U8 para bajarme en Rosenthaler y hacer el cambio con el tram. Hay una mujer tan obesa que no cabe en los dos asientos. Su barriga es como la de un gran buda que no ha llegado a ninguna revelación más interesante que la bola de caramelos que devora sin respirar. Una pareja de empapa la mitad del vagón andando de un lado para otro y al salir a la superficie un grupo de ocho góticos me piden los flyers pensándose que hay descuento. Una vez en la Rosenthaler, algo familiar, los chinos que comparten su restaurante con los turcos que hacen Döners en la otra parte del local, el vendedor de periódicos con un montón de marcas de tabaco en las estanterías y los hostales de los que salen adolescentes borrachos que terminana vomitando en alguna acera. Me desvío a la Torstrasse y me meto en el CCCP. Dejo unos flyers y vuelvo a ver a la camarera que esta vez tenía una compañera nueva, española. Vladislav está mirándome con la misma cara asesina de la última vez. Al salir voy a bordo del M1 en dirección al país de los juguetes y serpenteamos Prenzlauer comiéndonos en medio minuto la Kastanien Allee.







Me bajo dándome cuenta de que sólo hay gente rara, punks pidiéndote dinero, ancianas encorvadas cargando bultos en carritos de la compra y perros pulgosos. Y cerca del primer quiosco de currywurst que hicieron en el barrio, coincido con Gunnar cruzando el paso de cebra. El tío volvía del trabajo y su rareza le devolvió un poco la normalidad a la atmósfera, pero él también coincidía con que tan sólo se veían tipos extraños.

martes, 4 de mayo de 2010

"Quiero tener al hombre más poderoso del mundo, aún si tengo que cruzar el océano por él."
Basina de Turingia

lunes, 3 de mayo de 2010

Flores y lluvia. Me levanto y meto en un sobre el dinero del alquiler.
Y ella ha vuelto.

domingo, 2 de mayo de 2010

Held der Arbeit. Las tantas de la madrugada.
La calle está barrida, los árboles llenos de pájaros, las llaves tintineando en el fondo de los bolsillos, las piernas cansadas de tantas horas de pie... lo de siempre. Ya no es algo que sea tan nuevo. Luego duermes en el sofá y oyes unos ruidos. Es Gunnar, que está viendo unos vídeos en la cocina. Inevitablemente nos ponemos a hablar de como celebran el uno de mayo en Grecia. La pregunta que ayer todo el mundo me hizo es a cuantas manifestaciones fui, porque las hubo de todos colores. Lo que pasa es que tenía turno de noche y sabía que tendríamos el bar a petar. En Grecia en cambio, hubo una auténtica batalla campal con la policía y los manifestantes pegaron fuerte porque ya no estaban para tantas tonterías. Gunnar, que viene del paraíso neoliberal en el que no hay ejército porque le lavan el dinero a todos los demás, se quedó un poco chocado por la contundencia de la masa, pero debería saber que normalmente es ésta la que recibe las hostias y que todo ese despliegue de cuerpos de seguridad no era para darles la bienvenida ni para contenerlos. Lo del trabajo digno hace tiempo que pasó a la historia. Lo de estar orgulloso de ser un trabajador es una mentalidad que cayó con el muro, incluso antes, por lo que tampoco pueden esperar demasiado de la masa. Había que dejarla tranquila y drogada, aunque eso tuviera un coste enorme. Pero cuando personas sin escrúpulos llevan el país, el mío y el tuyo probablemente, entonces la avaricia rompe el saco y el saco se rompe de verdad. Yo me pregunto qué se esperaban. Hay una prórroga para arreglar las cosas y se confía más en las instituciones que en las empresas, que han demostrado ser lo que son, algo mucho más peligroso que la masa, porque ésta última casi nunca despierta, sólo en raras ocasiones y para hacer un daño terrible contra todo lo que encuentre, son momentos en que el sistema se resetea a un precio alto, seguramente con sangre de inocentes. A nadie le importarán una mierda los griegos, ni los antiguos ni los modernos, hasta que los problemas no solamente han llamdo a la puerta de casa sino que ya los tienes en el recibidor. Entonces poco se puede hacer. Recuerdo que hace años cuando se hizo algo para acabar con esos encuentros de foros monetarios, G8s y demás fraudes pagados con dinero público, patrocinios de las petroleras y otras empresas dedicadas a lucrarse con los conflictos creados, un vecino mío de profesión banquero esperando su prejubilación, miraba los disturbios de Génova por la tele (lo poco que pasaron, porque la verdad fue mucho más cruda) gritándole a los policías para que golperan más fuertes a chavales que tenían la edad de sus hijos como quien está animando a su equipo de fútbol. Muy bonito. Hoy el dinero se ha evaporar gracias a esos mismos, los hijos no podrán ni jubilarse y tendrán trabajos de mierda, medicamentos más potentes para pasar las depresiones e inmigrantes a los que odiar. Una masa drogada durante tanto tiempo está enferma y es inútil, pero no es imprescindible. Al contrario. Estamos perdiendo todo aquello por lo que se luchó. Estoy viendo como algunas ideas empiezan a arraigar en todos los estratos sociales: la decadencia de las sociedades se debe no a la vanidad sino a ciertos vicios que han acarreado la descomposición de la familia: abortos, bisexualidad, enfermedades de transmisión sexual, como los griegos y los romanos, aunque nadie tenga ni puñetera idea de lo que hicieron esa gente durante tantos siglos, pero para muchos estaban siempre follando en grupo y vomitando y diciendo que los dioses no existían... de esta manera, Spengler y otros secuaces, más que filósofos pasan a ser profetas y todo lo que sea regresión ya no es algo tan mal visto. Puritanismo e imperalismo son manifestaciones de grandeza, porque el pasado está olvidado y somos libres de culpa, por lo que se puede volver a algo que por no conocer se idealiza porque las ideas son indestructibles mientras exista mente.
En los años 30 los primeros de mayo fueron siempre violentos, porque en sociedades que no eran participativas esa jornada constituía la válvula de escape de un descontento real, pero ese carácter se había ido moderando con los años porque ne cuanto la gente tiene el filete en la mesa ya no tiene porqué ser tan combativa y al final era un día libre o de fiesta y no se reivindicaba más. Políticos y sindicatos se hacían la foto y esas cosas, pero hay que aceptar que en un día así hoy por hoy algunos quieran lanzar piedras. El problema no es ese sino el no haber querido escuchar a nadie y haber preferido darle el dinero a los bancos a controlarlos y penalizarlos. Se ha puesto claro que hay una justicia para los pobres y otro para los ricos y que el Estado no es árbitro sino cómplice a cambio de poder seguir ocupando una silla casi simbólica desde la que te echan los perros porque las corporaciones quieren a los Estados sólo para eso, para que ellos no se ensucien las manos sino que se las ensucie la soberanía nacional, esa que es aplastada en cuanto se altera por ver que ni pincha ni corta y lo paga todo. Por eso mismo no suelo decir que los serbios son malos por haber hecho eso ni los alemanes fueron muy malos ni los rusos todavía peores. Incluso intento decir que los americanos pese a ejercer de superpotencia tampoco son malos. Son una gente tan presionada por unos medios controlados por pocas manos y toda una industria recreativa como lo podamos ser nosotros. Y tienen las mismas voces críticas que nosotros y la misma poca influencia que podamos tener nosotros. Porque los excesos de sus líderes empresariales e instituciones no nos pueden llevar a meterlos a todos en el mismo saco. Ya les gustaría a esos que comen juntos en las cumbres que nos matáramos entre nosotros, porque encontrarían el modo de hacer negocio también con ello. A mi me sabe fatal lo que está pasando. Puedo levantarme del sofá porque mi compañero de piso está viendo como en Grecia se enfrentan a la policía y les prenden fuego. Creo que eso debería servir para que los que están arriba empezaran a ceder un poco y a exigir responsabilidades a aquellos que no las están satisfaciendo y que siguen especulando, ahora ya con las industrias primas, y beneficiándose de un modo grotesco. Si ven que en las calles se empiezan a repartir palos deberían poner freno a eso, pero lo que harán será poner medidas de seguridad y control porque si no lo hacen los otros los sacarán de la silla.

martes, 27 de abril de 2010

Varias cosas entre otras: La muerte de Juan Antonio/I'm a Dj/Boheme Sauvage/Daniel Brühl/El nuevo Flyer

La muerte de Juan Antonio. Conversación en el WZ

- ¿Qué piensas de la muerte de Samaranch?

- Bueno, era franquista. Una vez incluso le dijo a Franco que le perdonara por ser catalán. Mamó de la teta todo lo que pudo tirándose pedos en la cara de los demás. No sé, creo que lo del deporte hizo que los que nacimos después no tuviéramos ni idea de lo hijoputa que llegó a ser el viejo con nuestros viejos. Pasa un poco como Dalí o con Pla, que de catalanes tuvieron poco porque se pusieron del bando de aquel que aplastó nuestra cultura, pero irónicamente esa gente son los grandes embajadores del país, y con un morro impresionante. ¿Mira, sabes una cosa? Pujol y los otros tuvieron que fabricar héroes ahí donde no había.
- Ya pero lo de las olimpiadas y tal, tampoco te pases, no?
- Lo de las olimpiadas y el chasco de la Expo fue el último pelotazo antes de que el PSOE dejara de comer caviar. Del Cobi ya nadie se acuerda y Curro se fue al Caribe. Que quieres que te diga. Sí que fue muy bonito porque la gente se volcó y los voluntarios hicieron lo que hasta entonces no se había hecho nunca en un evento de estos, pero las entradas no había quien las comprara y nosotros vimos lo de la antorcha por la tele y luego encima tuvimos que pagar la fiesta porque de un día para otro te sale el Solchaga diciendo que se acabó el pastel y que a devaluar la moneda. A mí que la palme el Samaranch me deja bastante igual: hizo lo que le dio la santa gana y acabó en el hoyo como todos. Bien por él, pero que no esperen que me caiga de coña, porque no.




I'm a Dj. I am what I play
La persona que me ayudó a proveerme de vinilos para ponerlos en su discoteca hace cosa de un año ya me alertó que si entraba en primera línea me acabaría topando con toda la mafia. Después de haber estado ayudándole y de ver como le hacían la vida imposible, decidí no meterme dentro la escena buscándome la vida en otra parte, cosa que tampoco fue muy sencillo. Los Dj son gente complicada, hay demasiados y la mayoría no meten música en ningún sitio. Y están bastante cabreados. Otros con tal de tener una parcela ni cobran y hasta pagan por meter la música. El caso es que quieras o no, vendrán a ver lo que haces, hablarán mal de ti a todo el mundo para que no vayan a tus fiestas y los foros se convierten en un lugar peor que el Teleindiscreta o los programas del Canal 9. Al final prefieres no leerlo e ir a la tuya.

Un día te dicen "si esta fiesta ha funcionado, deberías hacer más". La haces, pero eso es tiempo que no te pagan, unos cuantos dolores de cabeza y muchos nervios en el estómago. Porque la gente que le gusta mi música es de lo más voluble: igual te llenan el local como no se presentan. Y entonces los que te pagan te piden cuentas. "Os dije que son gente jodida". Sin embargo algo me salvó el culo, porque a partir de la una de la noche aquello se puso a petar y la cosa fue un éxito, tanto que "los otros" quisieron meter también la música ahí, donde nunca hubieran invertido nada porque nadie creía que ahí se pudiera montar gorda.

Evidentemente la cosa se ha puesto seria. Ahora comparto el calendario con la camarilla de expertos que no les cabe la casa de discos, k7s y compacts y que llevan 14 años en esto. Ellos por el hecho de que en principio dirigen esto se han comido los días y me han dejado con mi fiesta una vez al mes. Veremos si son capaces de llenarlo todos los jueves. Es posible que ahora en Berlín el jueves se convierta en lo que hace cinco años eran los viernes y en lo que ahora está dejando de ser el sábado. Hablo solo del rollo goth. Era un momento de cambio y la gente estaba harta del siempre lo mismo. Ahí lo tenemos. Los lunes en Duncker y los jueves en Dazzle. Y la escena concentrándose en Prenzlauer. El famoso K17 cada día más vacío, mi amigo Armando luchando desde un sitio minúsculo llamado U5 para que Berlín deje de ser la puñetera excepción en toda Alemania y conseguir que exista una escena de EBM, mis amigos Jorge y Venus tienen una pequeña Batcave cerca de Frankfurter Allee y mi ídolo Mark Splatter ha montado la Warsaw en el Bang bang, pero al ser un sitio tan turístico se dedica a meter indie y pop. Sólo por eso los darketos ya lo han crucificado. Más o menos todos tenemos nuestro(s) sitio(s), así que hemos pasado de ser invitados a residentes y sólo por eso ya estoy muy contento, porque ha costado. Ahora se trata de ver si somos capaces de conservar algo así, porque ya han empezado a tirarse encima. Así que... estamos en guerra.
Boheme sauvage


O la fiesta del año. Seguramente lo encontramos fantástico porque íbamos demasiado borrachos, a lo locos 20's. Más o menos la cosa queda en eso. Una vez te pones a ver las fotos ni las chicas eran tan guapas ni todo era tan fenomenal como parecía. Y para variar salgo peor que el rubio de los Rolling stones, porque aunque intente todo lo contrario al final siempre da la impresión que sea el que esté más hecho polvo del grupo. Sin embargo fue una auténtica danza en el ojo del volcán. Una sala legendaria, un montón de gente vestida de charlestón bailando el fox y viendo películas mudas entorno a una decoración de art decó, un bar de absenta con sus cucharas reglamentarias y mesas de póker, ruleta, black jack... Nunca he visto a zorras tan elegantes sentadas al lado de travestis tan altos, ni a humoristas chistosos haciendo el número en cualquier sitio mientras de fondo sonaba Nat King Cole Trio. Tampoco me he comido tantos flashes en mitad de un pasillo camino a la sala de fumadores, ni he llevado los bolsillos tan llenos de billetes falsos excepto cuando de pequeño jugaba al Monopoly. Todo muy bizarre, auf jeden Fall, pero divertidísimo. Nos arruinamos de la manera pertinente, hablamos de las cosas más absurdas, estuvimos al lado del gramófono y terminamos bailando. La noche anterior estuve poniendo música en mi querido Mokum hasta las seis de la mañana y venía de vender libros en la Friedrickstrasse, con lo que a fin de cuentas apenas ni había dormido ni dormí, porque al mediodía ya estaba quedando con una chica que me gusta y estuvimos mirando vinilos de segunda mano en una tienducha de Prenzlauer y de estación en estación terminamos en un parque de Kreuzberg y de ahí a casa de su mejor amiga, cuando decidimos lanzando una moneda al aire que nos íbamos para la boheme sauvage. Y eso quiso decir arreglarse en un tiempo récord con algo que nos permitiera a los tres pasar, porque ahí tienen un dress code estricto hasta el absurdo. Así que al final eran las cinco de la mañana y estábamos en la Meistersaal bailando unas canciones larguísimas a puntos de caernos del cansancio y le dije que aquello parecía la película aquella en la que la gente tiene que aguantar el máximo de tiempo en la pista sin desfallecer mientras todo el mundo se desmaya y los que aguantan más se llevan el premio y hay gente que se muere y otra que se vuelve loca y todo lo hacen porque es la época de la Gran Depresión y hay demasiada hambre y participando ahí almenos te dan comida en cada pausa, pero es un auténtico infierno. La calefacción estaba al máximo y la atmósfera estaba tan tórrida que la música de Benny Goodman se deshacía en cada nota. Mi amigo Armando que tuvo problemas para entrar y se dejó todo el dinero en la entrada se sumó al grupo y al cabo de poco ya estaba igual de reventado. Había un par de shows, pero nosotros estábamos en otra honda. Cuando la chica del burlesque se quitó la ropa oí a unas chicas comentando que les gustaría poder tener aquellos pechos. No sé quien pidió más champán. El caso es que creo que todo el mundo estaba flotando y que los tipos que salían en aquellas películas mudas que proyectaban en una de las paredes tenían mucha más vida que nosotros, pese a llevar unos cuantos años muertos, menuda poca gracia.


- Ich will nicht fliegen nach New York.
- Bleib mit mir.

Y otro flash del fotógrafo de la fiesta y un conocido del Duncker salió de la pista con su novia encorsetada después de habérselo montado delante de todo el mundo y una pareja de viejos bailó frenéticamente con una alegría indescriptible.

Quo vadis, Smoboda? Na toll.

En esa Meistersaal estuvieron los estudios Hansa, donde Bowie hizo el "Heroes" junto a Brian Eno y Robert Fripp, Iggy Pop "The Idiot" y el "Lust for Life", Einstürzende Neubaten, Nena, Nina Hagen, Nick Cave, Depeche Mode, U2... todos hicieron algunos de sus mejores trabajos ahí.


En el aire volaban algunas plumas de boa. La chica de los tirabuzones iba cogida de la mano de la que se había pintado un bigote. El tío grande vestido de marinero que trabajaba en la puerta hacía una pausa apoyado en la barra, como si volviera de una gran travesía. Y nosotros bailábamos la misma canción sin darnos cuenta de que habían puesto ya siete.


"A girl should be two things: classy and fabulous!"

Coco Chanel

Al cabo de unas horas ella volaba a Nueva York, yo llevaba otra vez la bandeja con una cara de por favor quiero dormir y los clientes pidiendo sin parar como si no existiera el mañana. En mi cabeza los nombres de las estaciones, el sonido de los raíles y al final del tunel Al Bowlly cantando "Midnight with the stars and you" como si la niebla de la mañana fuera el vapor de una sauna o el humo de la cocina, o los títulos de crédito de una película que acaba o que sólo acaba de empezar. Wer weiss.
Daniel Brühl


Son las tantas de la madrugada cuando mi jefa me llama por teléfono. Estoy fumando una pipa y escribiendo diferentes cosas a la vez intentando sacarme de encima a esa chica de la cabeza cuando el teléfono zumba como pegando un bote de la mesa. Al ver que son los del trabajo la primera reacción es tirar el teléfono por la ventana y ponerme a cubierto, pero no sé porqué contesto y es mi jefa diciéndome: Tu héroe está aquí. Y lo primero que pienso es que mi compañero de piso Gunnar no se puede pagar las copas y tengo que meter yo la pasta. Pero en cuanto le pregunto a quien se refiere me contesta: "Daniel Brühl". Entonces me pongo la chaqueta y voy directo al WZ para ver si puedo conocerlo. Aquí en el barrio todo el mundo echa pestes de él porque vive aquí, pero yo sabía que iba a caerme bien. Así que me tomo un café en el rondel y cuando termino me acerco al grupo de amigos con el que se encuentra y lo saludo. El tipo realmente es muy amable. Al principio se queda con la boca abierta al ver que le hablo de Barcelona, porque precisamente acababa de aterrizar y ya la estaba echando de menos. Charlamos de futbol un poco de libros, un poco más de bares, me da la mano y me voy a fumar un pitillo con la jefa, que me pregunta cuando vuelvo a poner música este mes. Le hablo del Flyer.

El Flyer

El nuevo Flyer se las trae. He llegado a la conclusión de que si me tengo que joderme la espalda cargando las cajas que llegan calientes de la imprenta y después repartirlo por medio Berlín y de decirle a la gente eso de "ei, ven a la fiesta" y la foto no me gusta, la verdad es que vamos mal. También he querido que lo hiciera una persona distinta, y esta vez se lo he encargado a un chico catalán que vive aquí en Berlín desde hace cosa de un par de meses y que trabaja de diseñador gráfico pero online, todavía nada con gente de aquí, por lo que ha sido la primera vez que recibía un encargo y lo ha hecho con toda la ilusión del mundo y lo más rápido que ha podido, porque como siempre, el plazo es corto. Si para el Mokum tiré de imágenes de Berlín que representaran la pesadilla orwelliana, para el Dazzle quise hacer algo más centrado en mi intención de hacer una fiesta dark en Prenzlauerberg, el barrio de los niños, mujeres embarazadas y las terrazas donde hacer el café con leche, hasta hace poco un barrio donde la vida nocturna no dejaba de ir a menos, por lo que se nos ocurrió llamarle al evento Prenzlauerdead. Muchos se han partido de la risa al ver el nombre incluso nos han preguntado si la cosa era en serio o si íbamos de broma. Así que del mundo de los niños he ido a lo más oscuro de Alicia en el País de las maravillas, uno de los referentes que he tenido muy presente estos últimos años en todo lo que he escrito y vivido. Pero lo que yo todavía no sabía es que el mismo Lewis Carroll había sido uno de los pioneros de la fotografía. Y precisamente la chica que me gusta me dijo que cuando ella estuvo en Barcelona vio un libro con imágenes que había hecho él y retratos a niños. Y los niños no tienen cara de estar muy contentos. Al contrario. Miedo. Fue realmente Carroll un pederasta? Hoy no nos cabe duda, lo que no sabemos es hasta que grado lo fue. La fotografía del Flyer es la auténtica Alice, una de las niñas de la cual fue profesor y en la cual se inspiró para el personaje de su obra más conocida, que fue fruto de un cuento improvisado contado en una barca. Prenzlauerberg es eso, un gran cuento absurdo, fuera del mundo, el lugar donde he visto a los niños entrar en carros dentro del cementerio con la misma alegría con que se entra al país de los juguetes. Donde he visto más tiendas de peluches que en ningún otro sitio. Donde las guarderías son el negocio más rentable y en las aceras sólo ves ángeles rubios.

...Los niños en el parque

son afortunados

van paseando, y se dan la mano
sueñan caramelos
a besos y dinero


Los niños y las niñas.

Pero quien dice que son inocentes

fumaran cigarrillos,

jugaran con bombas...














viernes, 23 de abril de 2010

El chico de las pesadillas orwellianas leía menos y paseaba más, miraba detenidamente a la gente, respiraba hasta sentir el hielo en los bronquios, escribió en la pared ya no miro más atrás y colgó un póster con el hada verde al lado de la cama. Se enfrentó a los fogones de su cocina y a los de su trabajo, siguió barriendo la calle, limpiando el cristal de la ventana hasta volverlo todo nítido como si así descifrara la frase de Blake. Siguieron las conversaciones con uno mismo en las profundidades de los campos de la mente, los cafés en la mesa de coser y las mejoras en el guardarropa a medida que cambiaba un tiempo. Velas a partir de medianoche, las obras de Bach y las sombras de los cortesanos. Al final llega el día y no te sientes tan solo cuando ves que construyes algo, porque nisiquiera la madrugada puede doler para siempre. Los que sabemos que el odio es más fuerte, pensamos que sin embargo el amor es eterno. Una vez vi la ópera china y me dejé llevar por aquellas voces salidas de otro mundo. A diferencia de esos reinos suspendidos en las nubes, la acción de la obra ocurría prácticamente en el fango y en lo postrero de la batalla y alguien que lo pierde todo pinta. Y empieza a pintar en una gruta, diciendo así que en el país de la seda los sueños existían. Desde entonces a veces me he acordado del chino que pintó como si bailara una música divina, hasta que una vez en el colmo de la soledad, me vi interrumpiendo una carta, sentándome en el suelo y dibujando los paisajes que imaginaba en mi novela. Esos lugares que nunca podré ver porque seguramente ni existieron. He estado años intentando recomponer algo de lo que no se sabe demasiado, pero ahora es tiempo de dejar fluir las bondades de esa gente que en algunos momentos va a tener que sonreírse porque si no nunca podrá decirse que vivieron dentro de las letras. Si nos miran, deben mirarse a si mismos con honestidad porque es como miran al mundo y todas esas sensaciones las traducía en un plano, un trozo de bosque en un espacio vacío y un color según el estado de ánimo. Ahí estaban esos mapas que no podía explicar y que sin embargo necesitaba si quería componer esa historia.
Me encuentro en Berlín pintando en el suelo como hacen los niños o alguien que se siente verdaderamente tranquilo. Y pinto esos lugares que me gustaría ver y que me gustaría enseñar a las personas que me aprecian como si estuviéramos dentro del papel.
Hoy es un día muy especial para mucha gente. En Berlín como en tantos lugares no conocen nuestra tradición, pero una vez al año cambiamos la pluma y la espada por el libro y la rosa. Un día lleno de sentimientos en el que queremos que las personas amadas estén más presentes que nunca.
Así que vendiendo libros y regalando rosas en el stand que el Kasal català de Berlín ha montado esta mañana en la Friedrichstrasse.
Bona diada.

lunes, 12 de abril de 2010

Domingo:
Una extraña pausa antes de volver a cazar replicantes: Lo que dura un café, un cigarrillo muriéndose en el cenicero o una canción que relantiza una atmósfera de por sí congelada. Fotos en la pared de recuerdos que no existieron, un calendario lleno de crímenes y cruces en rojo, tinta sobre la mesa, la dama de picas hacia abajo y la moneda del centenario de Lenin luchando contra su propia herrumbre. Estos son algunos de los objetos, y el sujeto uno mismo en su segunda parte, cambiándose la camisa como un miembro del Congreso en el backstage o en su camarote.




Madrugada del lunes:
Echando fuera a una esquizofrénica del bar.
- Y aquí ya no vuelves más.
Echando fuera a la pareja que estaba follando en la sala de fumadores.
-Tienes las medias rotas.
- ¿Me puedes llamar un taxi?
- Debería llamar a tu padre.
Lunes al mediodía:
Mi cabeza está rodando bajo la cama. Me he despertado y la temperatura ha vuelto a caer en picado. Llaman a la puerta y es Gunnar, mi inseparable comparsa.
-Hey man I'm sorry but I went to Poland.
Hay gente que se va a una ciudad jodidamente gris llamada Cottbus situada en los confines de Brandenburgo, porque tiene a los suegros preparando un almuerzo familiar. Después se suben a la camioneta y cruzan la frontera, que está a media hora de carretera. Se van a un país que ha perdido a toda su cúpula y se paran en mitad de la nada, en un páramo dondo sólo hay cabinas donde comprar tabaco, gasolina y vodka a precio de risa, pero ninguna tienda. Es como si te salieras del margen de una hoja en blanco.

jueves, 8 de abril de 2010

Per aspera ad astra

Finalmente la II Joy Division Party, la cual no tiene flyers pero sí un potente boca a boca, porque la primera gustó y había ganas de más, y pese a que haya otro par de fiestas en otros sitios con unos Dj's muy conocidos, todo se queda siempre en blah blah blah. Esto es Prenzlauerdead y Hänsel y Gretel os abren las puertas del infierno. Porque omnia vincit labor, y las cartas están sobre la mesa. Esta noche y siguiendo las reglas del juego, bailamos alrededor del ahorcado, revertimos el orden y nos bañamos en la Estigia hasta el amanecer.

lunes, 5 de abril de 2010

"Dondequiera que uno dirigiese la mirada, reinaba el desenfreno. La gente leía libros, incluso las mujeres."
Patrick Süskind. El Perfume. Cap. XI.

Mirando los grises desde el 55 West 81st Street, en el American Gardens Building, como si viviera en una estrofa del Organt de Saint-Just.

Tenemos dos opciones para que unas vidas como las nuestras tengan sentido: acabar con todas las rubias de esta ciudad o pedir ayuda. La primera es muy difícil, porque nunca vas a poder acabar con todas. La segunda peor, porque se lo van a tomar a cachondeo.

Y es que prepararse para salir demuestra que el dandy es una suerte de practicante del nuevo ascetismo. La ritualidad del cada gesto un esfuerzo sublime, porque uno desprecia la cantidad de tiempo que se emplea para transformarse en esa criatura que encanta a los demás pero que termina por aborrecerse. No es tan sencillo pese a lo pobre del resultado. En este momento centenares de personas con una vida bastante desplazada de lo convencional abren sus guardarropas para enfundarse y procurarse sus mejores armas. Ocurre todo en el mismo lapso de tiempo. Unos necesitan más y otros apenas disponen de él. Pero todos se presentarán a los cuadriláteros con sus logros y mentiras al final de estos lunes sabatizados, trastocados por unos horarios invertidos y reinventados para los que no tienen ese espacio, pero no por ellos menos difíciles. Algunos vienen ahí después de un tour que empeó el jueves y ha seguido de forma ininterrumpida con sus respectivas pausas para canviarse y levantarse de nuevo para entrar en la espiral, porque Berlín se lo traga todo. Las personas insaciables, auténticos vampiros de lo emocional, se suman a todas las fiestas, deambulan como sombras agotadas aguantándose en los rincones, no dicen ni hablan de nada, sólo asisten y no se perdonan estar fuera de algo en lo que no van a participar. Otros no se cansan de volver siempre a casa con las manos vacías. Otros sólo acumulan mierda y se van trastocando más y más. Otras se exhiben, otras son masacradas. Quién no lo conoce después de tantos años. El giro de la vanidad, el grand guignol y la reunión de cerdos hedonistas. Y lo peor de todo es que contra más tiempo pases entre ellos más te acabas pareciéndote, como diría Tiberio a su nieto Calígula en el exilio de Capri.


Algunos me han preguntado qué hice ayer. Pues me peleé con la Gorda, sí otra vez. Pero todavía a más, lo cual sacó esa parte animal y tan salvaje que casi siempre me reprimo por miedo a que la gente me vea como al chico de la naranja mecánica. Y es que por desgracia la disciplina inglesa sólo se me da bien para darla, pero no para recibirla, porque enseguida estoy devolviendo el doble, y eso es difícil de aguantar, así que mi insubordinación, por llamarlo de alguna manera, me costó acabar en el despacho con la jefa y hablar del asunto. Érase una vez un país en el que tú eres el negro, el inmigrante, el sureño, el ignorante, el idiota, en el cual quien te ayuda lo hace para poder demostrar a los demás que tiene una moral superior al grupo, pero no por altruismo, sino por amor al poder, con lo cual la moral es doble, pero no superior. Un país en el cual te hacen olvidar quién eres y te hacen empujar la rueda de un modo en el que no lo hiciste nunca en el tuyo. Un país donde los burros te gobiernan como si fueran los nuevos mandarines. Y sí, yo era ese negro y la encarnación de muchas de esas cosas a las que secretamente le tienen más que miedo, pero nunca lo van a reconocer abiertamente porque sino perderían la justificación de odo lo que hacen, porque lo único que los ampara es la hipocresía. Podría explicarlo como si fuera un cuento de Perrault o de Andersen, con otros nombres y fechas, e incluso les gustaría, pero nunca así porque se indignan como Tartufos.

Y sí, sé que arreglarse como un muñeco es el intento efímero de gritarle al mundo que conservas una dignidad que te ves simpre arrebatada, pero en el fondo sólo es un autoengaño que sirve para los lunes por la noche, porque después vienen todos los martes y los miércoles y aún más, y sigues así en la punta del embudo intentando no quedarte abajo del todo con esas personas horribles dando golpes, porque son tan temibles como lo son sus propios temores, y eso hace que sea duro.

Pero ahora almenos el negro ya puede empuñar sus réplicas y no tiene que verse emponzoñado e impotente, un difícil peldaño que ha costado algunos muertos y perder tanto de si, pero es el problema de trabajar en las fraguas. Vulcano, que era de cuerpo fuerte, pero de piernas flacas, nunca dijo a los titanes que para templar el hierro, después de los golpes debían enfriarlo.
Metalhammer lovely tool
Tell me what I am
Traeting you is the only thing I can
Thank you for the money
Help me to survive
Metalhammer, metalhammer
Help me to stay alive

Esto es de Steve Naghavi, a los 18 años y con dos sintetizadores analógicos y una caja de ritmos.

domingo, 4 de abril de 2010


Prefiero jugar al ajedrez que comer-dormir-trabajar. Me gusta volver a casa a las siete de la mañana y encontrarme el tablero esperándome en el suelo, la cama hecha y el cielo del mismo azul oscuro que el mar herido de la ciudad en la que nací. Amanecía mientras sonaban campanas desde distintos sitios y me recordaba un poco a antes, a todos los sábados al mediodía mientras caminaba por los adoquines, pero era domingo por la mañana y en Berlín, mi calle estaba desierta, el cansancio lo llevaba en las piernas hartas de andar entre las mismas fachadas y las llaves tintineaban en el bolsillo. Todas las campanas te llevan a casa, a tus escritos pretéritos, a una esperanza de algo que no existe y doblan initerrumpidamente hasta quebrarse. En casa el tablero, la dama perdida y las torres flanqueando al rey, las paredes pidiéndome que las escriba, el sofá que le deje algún libro sobre el lomo. Llega el sol, cierro las cortinas. Si el mundo te da asco es porque te lo das a ti mismo de tanto mezclar venenos.

De nada sirve jugar con serpientes y caduceos si sólo albergas semillas de algo pútrido, pura infelicidad, desdicha absoluta. Entonces te preguntas quién eres y sólo te ves como el que enciende y abre las puertas de las lavadoras, limpia por dentro el friegaplatos, carga cajas del sótano a arriba, vuelve a casa, duerme, come, trabaja y ve como los sueños empequeñecen como las figuras de jabón lavando unas manos sucias.

jueves, 1 de abril de 2010

Por lo que me han explicado, la ceremonia de entrega de premios del certamen que organizó la Fundació Romea fue bastante más que sonada: De los 59 trabajos presentados (entre ellos también estaba el mío) parece que sólo hubo uno que les llamó la atención y que tuvieron que descalificar por haber sido premiado ya con anterioridad en otro concurso, lo cual iba en contra de las bases del concurso, y parece que eso molestó al tribunal que se veía a deliberar de nuevo entre un montón de roña, por lo que sin pensárselo demasiado decidieron declarar el premio desierto, cosa que se entiende si se piensa en salvaguardar el prestigio del certamen, pero también debe comprenderse que provocara la indignación de unos cuantos de los autores que se habían congregado para oír el veredicto público, por lo cual los periodistas se encontraron en un fuego cruzado, y los abucheos llenaron el Romea de bochorno, lo cual por lo menos y por primera vez, se llenó de algo.
Los jurados pueden tener decisiones inapelables, pero éstas son de carácter subjetivo, por lo cual deben aceptar que muchos sean los que no estén de acuerdo con sus declaraciones. El prestigio y la honestidad de un premio se basa en esto. Declarar un premio desierto es un arma de doble filo que refuerza precisamente el prestigio de un certamen que se ve en riesgo de empezar a perderlo si es que alguna vez lo tuvo, pero que por otra parte crea también mucha expectativa y presión ante lo que va a ser su próxima convocatoria, en la que sin duda también se van a presentar trabajos muy mediocres, quizás todavía más, y la decisión, por otra parte muy comprometedora, va a ser difícil porque se van a ver obligados a tener que premiar algo.

Para algunos es un honor haber participado en la edición más nefasta de dicho certamen, una experiencia única e indescriptible: pero lamento decir que las pocas horas de sueño, las cantidades atroces de café y la satisfacción de haber terminado un trabajo van a seguir siendo así, lo entiendan o no algunos, lo acepten o no otros, y guste o no a un jurado.

lunes, 29 de marzo de 2010

Debo confesar que no me gustan los jóvenes. Quizás porque tengo la suerte de dejar de serlo o porque todos aquellos que dispongan de las libras de sus progenitores no van a gozar de mi poca simpatía. Detesto además a la gente de poca ralea que se engaña fingiendo alta alcurnia, porque un caballero de verdad jamás apura las bebidas ni espera a que le devuelvan diez céntimos con el que los caídos en desgracia pagamos el alquiler. Como dijo Torres Villarroel, soy el escritor más pobre y desgraciado de la tierra. Y si a una dama le dices que es bella no creerá que te refieras a ella aunque hayáis pasado cien noches, si a un señor le dedicas una injuria esperará con placer a que mueras de hambre, para pasar después por encima tuyo con su carroza con estatuas de ángeles pintados con pan de oro y finalmente divertirás a los que merecen ser burlados, decepcionarás a los pocos que creyeron en ti, vaciarás las mesas de los amigos y llenarás el pasillo con deudores golpeando a la puerta. Esa es la suerte de los que bajo los auspicios de la honestidad se casan con las letras para pasar la luna de miel en el monte calvario.

Tú me dejas solo para que piense en ti porque crees que el amor es más fuerte que el odio, y tu en cambio partiste al Hades amándome, diciéndome que nadie me querría más que tu y quizás tuviste razón, tu en cambio me reprochas que prefiera la compañía de una botella que tus dolores de cabeza, y tú no sabes lo que quieres y te gustaría que tampoco yo tuviera las cosas tan claras. Tú bajas a la calle a buscarme cuando tu cama está vacía, y tú quieres que sea perfecto para que te envidien tus amigas, con lo que te recomiendo que te acuestes con ellas, a ti te encanta mi popularidad, que yo llamaría notoria, y a ti mi mala reputación, tan difícil de mantener como la buena, a ti en cambio te gusta decirme siempre que estoy fatal para cuidarme y no dejarme ni cruzar la puerta, y tú me quieres en una vitrina para tenerme ahí, pero no vas a hacer nada y no vas a dejar tampoco que las otras lo hagan con lo que amablemente me recomiendas una emasculación.

Y sigo con los que creen que son mis amigos.
Tu vas conmigo porque sabes que no me gusta beber solo y apenas puedes pagarte una copa, a ti sólo te voy a ver si estoy sentado con un grupo de chicas y vas a aparecer sonriendo como un perro al que le daría puntapies, pero suelo tardar en limpiarme los zapatos. Tu me ayudaste, yo te ayudé el doble para que no me molestaras más y tú, buen amigo, eres un tipo divertido pero jamás te confiaría ningún asunto y mucho menos te presentaría a mi hermana, en cuanto a ti, siempre estás lejos llevando una vida mejor que yo y a ti, tu mujer te dice "no me gusta que quedes con él, porque es un tipo extraño", a vos sólo os leo en las cartas que uso de posavasos y tu me has clavado dos cuchillos en la espalda, uno porque te gustaba la misma que a mí, el otro porque te gustaría ocupar mi puesto aunque te diga que deberías leer algo sobre Damocles. Tu me odias y tu nunca has tenido amigos. En cuanto a vosotros me véis como un rival. En cuanto a ti, a ti te gustan los hombres, a mi no, tu eres una buena persona, pero me acostaría con tu novia, con la tuya también y con la tuya por desgracia ya lo hice. En cuanto a ti, no sé de donde has sacado que soy tu amigo.

Esta semana no la voy a dedicar a nada interesante: me toca trabajar con la gorda, meteré música en un sitio nuevo y llega un chico a ocupar la habitación del Doctor. El Doctor se ha largado esta mañana a Guatemala y va a estar un mes en los basureros de la ciudad haciéndole entrevistas a la gente que vive ahí y esas cosas de su tesis. He trabajado toda la noche y después me he ido con él al aeropuerto. La verdad es que me dio pena, porque es un buen tipo y se le va a echar de menos. En cuanto a Gunnar se marcha también a Islandia para pasar la semana con la familia, así que dejan la anarquía de esta casa para dejarla convertida en un desierto.

En cuanto al premio literario... lo he perdido, por lo que voy a tomarme un café conmigo mismo. Espero empezar a escribir algo mejor dentro de muy poco.

martes, 23 de marzo de 2010


Otro día más de trabajo. En cuanto salga, a coger la maleta y para Leipzig. Serán dos días de escritura furiosa en el cuaderno que me compre en el camino. Hay demasiado que vomitar.
Tengo 31 años, pero la gente dice que parezco un enfermo. Tengo la piel tan blanca que se pueden ven las venas azuladas, extrañas manchas por todo el cuerpo y una paranoia creciente.
- Quiero irme contigo.
- No. Me voy solo... Y con Smoboda.

domingo, 21 de marzo de 2010


Volviendo del trabajo.

Nunca llueve eternamente. Despierto. Oteo por la ventana y veo adoquines mojados, viento entre los árboles, el gris del agua sucia escapando del fregadero. De ese color es el cielo sobre Berlín, no de otro. Pongo un disco al azar, abro la lata del tabaco, preparo café, elijo una camisa. Los domingos todo el mundo suele estar con resaca o de intermedio. Pero yo no.

lunes, 15 de marzo de 2010

Preparando una escapada a Leipzig para visitar la tumba de Johann Sebastian Bach y la estatua de Leibnitz. Evidentemente le ragazze vienen conmigo. Lo de alquilar un coche lo encuentro una tontería cuando puedes pagar a un conductor que se dirija ahí, algo que sigue llevándose bastante dado el precio prohibitivo de los carburantes. Algunos ya me han dicho que con mis pintas cuidado con los neonazis, porque esos personajes que crecen como setas en los campos del este y están proliferando en una ciudad que como Salamanca o Perugia básicamente vive de la universidad y de poco cosa más, porque la gente está emigrando en masa al vertedero de Berlín o a los centros industriales del oeste como paliativo de una recesión que la gran mayoría dice no notar porque básicamente nunca notaron ninguna otra. El caso es que los peladillas me preocupan más bien poco, Leipzig es a día de hoy uno de los pocos sitios, si olvidamos Polonia, donde pueda permitirme unas vacaciones realmente baratas y hacer algo de provecho.
Aunque sólo haya dormido tres horas y media me siento en plena forma y he pasado una agradable mañana escribiendo sobre vampiros y borrando la mitad de todo lo que he escrito después de descubrir que alguien ha publicado algo realmente bueno pero que por desgracia hace referencia a ciudades y períodos de los que también hablo, con lo que gran parte del trabajo hecho se ha ido al carajo en un abrir y cerrar de ojos y me recuerda que esto de la literatura es como los trenes o presentarse a una cita, hay que intentar no llegar tarde. El cabreo mayúsculo me ha dicho que hiciera una pausa y me he ido a la sala de fumadores del Wohnzimmer a ver un rato el parque por la ventana y a diseñar un nuevo croquis de toda la novela para solucionar el desastre si quiero mandar algo decente al concurso, porque el plazo termina dentro de tres días y si no hago estas cosas voy a quedarme toda la puta vida con la bandeja en la mano sonriéndole a un montón de gilipollas a los cuales tengo que agradecer que en mis escasos días libres no tenga ganas de ir a ningún sitio por asco a la gente en general a menos que sea para ver a alguna de las chicas o al gordo del videoclub. Y con eso me viene una de esas preguntas sin respuesta que a veces me pasan por la azotea, y es que todavía no me explico por qué en todas las ciudades hay siempre un barrio con un tío gordo llevando un videoclub.
Pongo alguno de esos viejos vinilos intentando olvidarme de todo y vuelvo manos a la obra. Leipzig espera.


Sobre Max Hansen, diré que lo primero y más importante, no confundirlo con el Max Hansen que fue oficial de las Waffen SS Standartenführer, que fue de los pocos que fue condecorado con una cruz de caballero por su valor extremo, sino que me refiero al otro Max Hansen, el tenor, un cantante de cabaret nacido en Dinamarca que en su época se lo conoció por "el pequeño Caruso", un carisma único subido al escenario del cabaret de los cómicos cada vez que interpretaba al camarero Leopoldo. Compartiría tablas con la que después sería la mítica Zarah Leander, máxima estrella de la UFA en cuanto Goebbels vio que no podría contar con la presencia de la Dietrich en las películas que pagaba su Ministerio de Propaganda, y en alguna ocasión también con la Garbo, el rostro más bello que alguna vez produjo el séptimo arte. Pero sería su canción "War'n Sie schon mal in mich verliebt?" lo que lo convertiría en un personaje de su época. En ella criticaba abiertamente al político Adolf Hitler cuando éste último se acercaba peligrosamente a la polémica victoria electoral que daría a los nazis las llaves del poder, insinuando de forma satírica la posible homosexualidad del líder nacionalsocialista, una broma que le obligaría a emigrar de país en país a medida que el III Reich iniciaba su continua expansión.

domingo, 14 de marzo de 2010

Realmente se trata de una auténtica locura. Hoy me he preguntado como siete veces cada dos minutos qué estoy haciendo en esta ciudad: Básicamente matarme a horas. Aprovecho los ratos libres para escribir una novela a ritmo de asalto mientras la caja toráxica empieza a combustionar y a llenarse de humo púrpura. Ayer quedé con la violencelista y hablamos del árbol. Estas son las cosas que me dicen que pese a que parezca todo lo contrario no me he equivocado al quedarme aquí. Cuando intenté dar marcha atrás vi que las naves estaban quemadas y que los vientos por la muerte de Ifigenia seguían soplando en dirección a Troya. No voy a lamentar algo que estoy viviendo como una apasionante aventura y con una intensidad que lo quema todo. La nieve ha vuelto a encontrarme a la salida del metro y el cielo era blanco como sólo lo puede ser en los frentes del norte. Al abrir el portal de mi casa me pareció oír el martillo de la fragua de otrora, como las historias que Gunnar me explica cuando estamos sentados en la mesa de la cocina mirando el patio interior, que creo que es uno de los lugares más depresivos del mundo cuando estás de resaca, porque el aire es limpio y tú te sientes sucio y por suerte existen los libros con esas apasionantes historias de gente que se entrega a la leyenda, blandiendo Notung o desafiando a los mismos dioses, intentando no ser arrojados en la escalada por las colinas, porque eso es lo que lo vuelve a todo en algo con sentido, en que todo lo que haces aquí lo haces con un sentimiento capaz de moverlo todo, y cuando pienso en esos mortales que aferrándose a las rocas le gritan a Odín con fuerza nosotros somos los hombres, no puedo evitar que una emoción recorra todo mi cuerpo, porque esa rebelión contra lo trágico es lo que siempre me da esperanza y hace que quiera seguir luchando por no ser aquello que quisieron que fuera, y que yo soy mi destino.


sábado, 13 de marzo de 2010

Muere el gran autor Miguel Delibes, alma mater de las letras castellanas

Finalmente la larga enfermedad que mantenía al genio postrado en un triste e inmerecido ostracismo acabó imponiéndose a su mermada fuerza de voluntad dejando a la tierra herida. La sombra del ciprés se alarga nuevamente, dejando partir esta vez al vallisotelano Miguel Delibes, autor de algunos de los pilares de la literatura española, escritor modélico para muchos, pero relegado de forma injusta en la sala de espera de los premios Nobel, transformado en un burdo galardón político más preocupado en hacer lo correcto que en reconocer la calidad humana de los textos: El vallisotelano que ocupaba modestamente el sillón "E" de la Real Academia, conreó las letras con una austeridad ejemplar, regalándonos entre muchas obras ese libro monumental llamado "Los santos inocentes", que algunos conocimos porque de niños estuvimos en el sitio donde Mario Camus realizaría la adaptación cinematográfica en 1984. Sólo puedo decir que me siento perplejo ante una noticia tan terrible. Todos los que usamos y apreciamos la lengua castellana somos deudores del trabajo de este hombre que quiso consagrarse por completo al arte de escribir. Hace mucho tiempo,recuerdo que un amigo me comentó que una vez a Delibes le hicieron una entrevista y que éste dijo que una vez, cuando era niño se sentó en un pupitre con un tintero y que cuando se dio cuenta ya era un viejo que no había dejado de escribir. Sé que su último gran éxito editorial fue El hereje, novela histórica de la que actualmente existe una ruta conmemorativa y que gustaba a mucha gente que no solía apreciar demasiado los libros, pero que en cambio veían en este un buen compañero de viaje. Me doy cuenta de que eso hizo mejor la vida de muchas personas, algunas incluso, que saben que siempre estoy por la labor de escribir, me dijeron que debería hacer algo como lo que hacía él, y creo que algunos de esos comentarios fueron lo que hicieron que me sumergiera todavía más en la historia, la próxima o la lejana, para empezar mi extraña y laberíntica andadura por los encorvados senderos de la prosa, algo que no ha dado sus frutos, pero sin embargo a día de hoy sigo considerándome tributario de este gran autor que se ha marxado seguramente considerando que su figura ya no era necesaria, porque como él dijo, la televisión ya ha substituído la figura del abuelo como contador de historias, pero todos sabemos que su fallecimiento es una pérdida catastrófica para el mundo de la cultura, porque su don era un bien ya escaso y debe servir como una lección para los que intenten ser ciudadanos de la república de las letras, que es la única que no tiene patria y pertenece a todos. Miguel Delibes ingresa a los 89 años de edad en el panteón de los Hombres Ilustres sabiendo que como a todos los muertos le caerán los elogios que no se recibieron en vida, porque los vivos son siempre banales hasta que se van y ya daba su vida por vivida. Como epitafio deja un irónico "Ojalá Cristo se acuerde de lo que prometió" y se despide dando un fastuoso legado en forma de algunas de las mejores páginas de los últimos tiempos para el que desee disponer de él.